Regresando  del Error 

Las desviaciones del camino del Señor, es algo que ha sucedido mucho en los creyentes a lo largo de la historia. Ya sea por ceder a los engaños del diablo o por condescender a nuestras propias concupiscencias o bien por descuido de nuestra vida espiritual. ¿Cuál debe ser la actitud del resto de la iglesia con aquel que se ha extraviado? 

¿Cómo es que nos extraviamos del camino?  

a) Dejamos de velar en oración.  Mt. 26:41. La acción de velar es la que efectúa un vigía o atalaya. Está siempre atento al peligro, a las asechanzas que pueden venir. Esta acción esta estrechamente vinculada con nuestra vida de oración. Esta es la mejor forma de evitar o ser librados de la tentación.

b) Cedemos a la tentación. Stg. 1:14-15. La tentación cuando se presenta al ceder un poquito de terreno la concebimos en nuestro corazón hasta que da a luz la muerte.

c) Por  causa de malos testimonios. 1 Co. 8:8-13. Por causa de nuestras debilidades otros son tentados a hacer lo mismo creemos ser maduros pero por el contrario nuestra inmadurez tropieza a otros. En otros casos es directamente por nuestras faltas cometidas, esto entristece a otros y les desalienta o aparta totalmente del camino.

¿Qué sucede cuando nos extraviamos?

En ocasiones los pasos son rápidos y directos, otras es un desvió lento y mortal, pero estas son las características más comunes que podemos vivir al desviarnos.

a) Tristeza y desaliento.

b) Amargura.

c) Apostasía y endurecimiento del corazón.

¿Cómo podemos hacer volver a alguien de su extravió? 

No debemos esperarnos a que el hermano se encuentre en la última etapa, si vemos a alguien que esta desviándose, actuemos en amor pronto.

a) Oración de intercesión.  Recordemos que el trabajo más eficaz lo  realiza el Espíritu Santo. Cuando intercedemos por alguien en este sentido es muy seguro que el Señor obre.

b) Utilicemos la Palabra para reconvenir. 

c) De acuerdo al grado de amistad podemos entablar una plática tratando de llegar al fondo del problema. 

d) Seamos pacientes; tratemos de tomar una actitud en la que nos consideremos a nosotros mismos. Gál.6:1-5

La vida cristiana se trata no solo de lo que me acontece a mí, sino también de juntos en compañía de mi prójimo, llegar a la meta en la carrera. Por ello debemos ser un agente de cambio, de amor al que me rodea y ayudar a otros a llegar. Al retornar al camino el que se había extraviado hay gozo en el cielo y queda en nosotros una gran satisfacción por un  hermano que retorna su camino en el Señor y claro hay galardón en el cielo.

¿Cuál es nuestra actitud con nuestros compañeros de carrera? ¿estamos enfocados solo en nosotros? Alcemos nuestros ojos y miremos la necesidad a nuestro alrededor y ayudemos a otros a llegar a la meta. Madurar significa ver por otros y dejar de ver solo por tí mismo, sigamos los pasos del Maestro quien se entregó por nosotros.

TIEMPO DE AYUDAR A OTROS A CRECER

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