El pecado del amor al bienestar

En aquellos días existía un gran abismo entre el rico y el pobre; Parece que el evangelio apelaba a las masas pobres, mientras que los ricos rechazaban a Cristo (con algunas excepciones) y oprimían a los pobres. Santiago hace una lista de pecados y muestra que el rico sin Dios sólo se preparaba para el juicio venidero y anima a los creyentes en escasez a tener paciencia y confiar en el Juez justo, a la vez que anima a los Ricos creyentes a cuidar sus vidas delante de Dios.

El pecado de avaricia

El dinero en sí no es el problema; Es el amor al dinero el que conduce a lo malo  y origina que algunos opriman a otros para quedarse con más.  Los que atesoran su riqueza únicamente la verán desaparecer. Su oro, plata y ropas se enmohecerán y la comerán las polillas. Esas mismas riquezas, al esfumarse, testificarán en contra del presente egoísmo y de nuevo en contra de ellos en el juicio. 

Habían acumulado tesoros, pero se habían olvidado que el «día postrero» estaba a las puertas y que el juicio se avecinaba. Santiago contempla sus riquezas desde la perspectiva del futuro y ve sus grandes almacenes de posesiones como algo podrido y comidos por la polilla. Simplemente está aplicando las palabras de Jesús, la riqueza terrenal es sólo algo temporal.

Nosotros como hijos de Dios y ciudadanos del Reino de los Cielos, recordemos que la Palabra nos enseña la manera correcta de atesorar y es el dar, así se nos dará y atesoraremos en el cielo (Lc. 6:38, Hch. 20:35). El dinero de hoy no tendrá valor cuando Cristo vuelva; por lo tanto, es bueno emplear nuestro tiempo en acumular tesoros que serán valiosos en el reino eterno de Dios. Pero ellos lejos de dar, habían actuado aun peor por cuanto había retenido el jornal de los obreros que cosechaban sus campos. 

El pecado de injusticia; no pagar los justo 

Ellos habían retenido la paga honesta del trabajador. Usaban del fraude para robarse estos jornales y sus pecados los alcanzarían. La Palabra dice que “Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre sembrare eso también segará” Gal. 6:7. En este caso los salarios robados clamaban a Dios por justicia y los trabajadores necesitados clamaban a Dios también.

Esa es una advertencia a todos los cristianos que son tentados a adoptar normas mundanas antes que las normas de Dios, como también es un estímulo para todos los que están oprimidos económicamente a confiar también que Él es el Juez Justo que dará el pago justo a los que le oprimen y recompensará al que paga con el bien. (Ro 12.17–21).

El tercer pecado; una vida desenfrenada. 

Santiago los compara a ganado torpe que engorda sin moderación, ¡que no se dan cuenta de que sólo los engordan para la matanza! Para ellos, cada día era como el día de matanza, o sea de fiesta, porque en los lugares donde no hay refrigeración se come carne en abundancia cada vez que es muerto un animal. 

Es cierto que Dios quiere que disfrutemos de las bendiciones de la vida, pero no quiere que tal vida sea de desperdicio y lujos mientras se roba a otros en necesidad. Estos hombres vivían con lujo innecesario y gastaban con desenfreno el dinero que no les pertenecía lícitamente. 

Tristemente aún el creyente desea esa vida, meditemos cual es nuestra idea de tener bienestar, ¿una vida de lujos, placeres, ocio? Esta es una invitación a que si Dios nos ha dado riquezas, vivamos adecuadamente, siendo generosos y siendo canales de bendición a los demás y no de opresión. Y por otro lado a que si estamos bajo la opresión de personas de esta naturaleza confiemos en el Juez Justo que dará el pago a cada quien y seamos pacientes atesorando para el reino eterno.