La Oración y el Ayuno en el Reino

La vida secreta de oración y ayuno, es lo que hace genuina nuestra vida pública de fe. Si solo oramos en la iglesia y no en lo secreto estamos actuando hipócritamente, y si al ayunar lo publicamos, no tendrá ninguna respuesta del cielo pues la intención del corazón es el reconocimiento público.

Cuando Jesús indica que deberíamos orar y ayunar de forma privada, con la puerta cerrada y sin exhibir nuestro ayuno, no está hablando en contra de la oración y ayuno en público, sino de la que se eleva con la intención de ser visto.

Jesús dice que a los Fariseos les encanta orar y ayunar. Pero desgraciadamente no es el orar lo que ellos aman, ni al Dios al cual supuestamente deberían orar. No, ellos se aman a sí mismos y disfrutan de la oportunidad de ostentación que les da la oración pública y la jactancia del ayuno. 

La esencia verdadera es buscar a Dios. Detrás de toda oración verdadera se halla un corazón que ama el secreto con Dios y no las apariencias públicas. Detrás del ayuno genuino, nuestra fe debe crecer, no nuestro orgullo.

Aposento=Tameion=Almacén, esta palabra se usaba para el pequeño cuarto de la casa donde guardabas tu despensa o semillas, no la recámara, ¿Por qué ese cuarto? Porque es escondido y secreto, y no busca ser visto o encontrado sino solo perderse en la presencia de Dios.

El propósito del énfasis de Jesús en la oración ‘secreta’ es purificar nuestras motivaciones al orar y recordar que no hay vida verdadera de oración si no la hay en lo íntimo y secreto, no hay vida pública de oración que Dios escuche sin la vida secreta de oración que da peso y respuesta a toda oración pública, si solo oramos públicamente no seremos escuchados pues esto hipocresía.

El Fariseo hacía cara de tristeza y exhibían su ayuno, Jesús declara que nada de esto será escuchado si no está basado en una motivación de buscar a Dios y de una práctica secreta de comunión que impulsa lo que públicamente se ve. Si todo lo que hacemos es público y nada es secreto, solo estamos siendo Fariseos.

Tras advertir en contra de dar con hipocresía (ver 6:2–4), Jesús alerta sobre orar para dar espectáculo. ¿Cómo describe el orar “como los hipócritas” (ver 6:5)? Lee Lc.18:9-14 ¿Qué destacan los fariseos y recaudadores de impuestos en sus oraciones?

Piensa en cómo oras tú en público y cómo lo haces cuando estás solo. ¿Es distinto tu modo de orar? ¿Debería serlo? Cuando oras en público, ¿cómo puedes asegurarte de estar exaltando a Dios y no a ti mismo?

Jesús instruye a sus discípulos para que no oren con palabrería y vanas repeticiones como lo hacen los gentiles. ¿Qué razones da? Si Dios conoce tu necesidad antes de que le pidas, entonces, ¿para qué orar?

Lee Romanos 12:12, Efesios 6:16–19, Filipenses 4:6, Colosenses 4:2, y 1 Tesalonicenses 5:17. ¿Qué dice Pablo acerca de la oración en estos pasajes?

Si practicamos su presencia, nunca oraremos con hipocresía sino siempre con integridad, nunca en forma mecánica sino siempre genuinamente, como hijos de Dios que somos. Y solo así todo lo que “públicamente” hagamos será respaldado por el Dios que en secreto nos escuchó.