La Puerta estrecha

El Sermón de Jesús ya ha concluido, y que con el versículo 13 comienza la aplicación o conclusión. Y acentúa más la necesidad de elegir. 

“Entren por la puerta estrecha”. Es decir, el contraste entre las dos clases de justicia y de lealtades, los dos tesoros, los dos señores y las dos ambiciones se han presentado con fidelidad; ahora ha llegado el momento de la decisión. ¿Será el reino de Satanás o el reino de Dios, la cultura reinante o la cultura cristiana? 

¿Cuáles eran las dos clases de justicia?

¿Cuáles eran las dos clases de lealtades?

¿Cuáles eran los dos tesoros?

¿Cuáles los dos señores? y ¿Cuáles las dos ambiciones?

Jesús continúa con la presentación de la alternativa cuando describe los dos caminos (ancho y angosto), los dos maestros (falso y verdadero), las dos excusas (palabras y obras) y finalmente los dos cimientos (arena y roca).

La Elección ineludible.

Preferiríamos que se nos dieran más opciones y no solo una, o mejor aun fusionar todas las opciones en una religión, eliminando así la necesidad de algún tipo de elección. Él no nos permitirá las soluciones cómodas. Él es Radical, en cambio, insiste que hay solo una elección, porque solo hay dos posibilidades para escoger.

Según Jesús existen solo dos caminos: el difícil y el fácil (no hay camino intermedio); se entra a ellos por dos puertas, la ancha y la estrecha (no hay otra puerta); son transitados por dos grupos, el grande y el pequeño (no hay un grupo neutral); y conducen a dos destinos, destrucción y vida (no hay una tercera opción). Hoy en la modernidad cristiana, esa elección está fuera de moda. A la gente no le gusta comprometerse. La gente ama a lo material y el poder que da, pero también quiere agradar a Dios. El sendero más popular es la vía media. Desviarse del camino intermedio es arriesgarse a ser tachado de “extremista” o de “fanático religioso”. Todos se resisten a enfrentarse con la necesidad de elección. Pero Jesús no nos permite escapar de ella.

El peligro de los falsos maestros.

Hay dos cuestiones, la principal es que pueden existir falsos maestros en medio del rebaño. Y la segunda es que una elección equivocada nos puede llevar a convertirnos en falsos maestros.

Aunque podamos confundir un lobo con una oveja, por causa del disfraz, no podemos cometer el mismo error con un árbol. Ningún árbol puede ocultar por demasiado tiempo su identidad. Tarde o temprano se descubrirá por su fruto. Un lobo puede disfrazarse; un árbol no. Las hierbas nocivas como los espinos no pueden producir fruto comestible como uvas e higos. No solo el carácter del fruto queda determinado por el árbol (una higuera da higos y una vid, uvas), sino también su condición (todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo(17)). 

En verdad, un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno (18). ¿Cuáles son nuestros frutos? porque podemos preguntar ¿Cuáles son sus frutos? Pero por el corazón del Sermón del monte nos animamos a mirar nuestro corazón.

¿A qué le llamarías el camino angosto y a cuál el camino amplio según el contexto del Sermón del Monte?

¿Qué necesitamos para elegir andar en el correcto?, ¿Cómo podemos reconocer a un falso maestro? ¿Cómo podríamos nosotros llegar a ser un falso maestro? ¿Muestras el fruto del Espíritu en tu vida? ¿Podrían reconocer que eres cristiano por tu fruto?

No podemos escapar de esta elección, Jesús nos confronta una vez más con las opciones y nos muestra los destinos de ambos. ¿Cuáles son?

Señor, ayúdanos a meditar en nuestros caminos y sobre todo en nuestros frutos. Y así, podamos corregir si es necesario y vivir como un Verdadero Ciudadano del Reino de los cielos.