La Elección del creyente; El mundo o el Reino

El énfasis que Jesús hace en esta porción, reside precisamente en esta idea de que Dios está igualmente interesado en todas las dimensiones de nuestra vida: privada y pública, religiosa y secular. Porque por una parte, “tu Padre, que ve lo que se hace en secreto”, y por la otra, “el Padre celestial sabe nuestras necesidades” de comida, bebida y vestido. Por ello el llamado a ser diferentes de la cultura popular: diferentes de la hipocresía del religioso y ahora también diferentes del materialismo del mundo.

Jesús tenía en la mente a gran parte de los fariseos al principio del capítulo, pero ahora nos invita a renunciar al sistema de valores de “los paganos”, o sea el “Mundo” o corriente de este mundo. De hecho, Jesús coloca la elección ante nosotros en cada etapa.  

• Hay dos fuentes de tesoros (en la tierra y en el cielo, 19–21) 
• Dos condiciones del cuerpo (luz y tinieblas, 22, 23) 
• Dos señores (Dios y las riquezas, 24) 
• Dos preocupaciones (nuestros cuerpos y el reino de Dios, 25–34). 

No podemos ubicarnos en el medio de ambos.

Pero ¿cómo haremos nuestra elección? La ambición mundana ejerce fuerte presión sobre nosotros. El encanto del materialismo es difícil de rechazar. Por eso en esta sección Jesús nos ayuda a elegir el bien. Él coloca lo falso y lo verdadero uno frente a otro, de tal forma que nos conduce a compararlos y a juzgar por nosotros mismos, y nos ayuda a tomar una decisión sabia, que a su vez, definirá nuestra forma de vivir, pensar e incluso de nuestra relación con Dios.

Una cuestión de Tesoros. 

Jesús dirige nuestra atención a la durabilidad comparativa de los dos tesoros. Nos hace ver que los tesoros en la tierra son corruptibles y. por lo tanto inseguros, mientras los tesoros en el cielo son incorruptibles y, por lo tanto, seguros. Después de todo, si nuestro objetivo es hacer tesoros, probablemente, nos concentraremos en el tipo de tesoros que permanecen y que pueden almacenarse sin que sufran depreciación o deterioro.

Jesús NO prohíbe hacer tesoros en la tierra, él sugiere enfocarnos en los que permanecen y no en la acumulación vana y egoísta de los material. Y aquí Jesús declara: Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón, sea abajo en la tierra o arriba en el cielo (21). ¿En qué lugar colocaremos nuestra pasión y corazón?

Una cuestión de visión

El contraste ahora es entre una persona ciega y una persona dotada de la vista, y también entre la luz y las tinieblas en que ellas viven respectivamente. El ojo es la lámpara del cuerpo. Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz. Pero si tu visión está nublada, todo tu ser estará en oscuridad. Jesús utiliza el corazón y el ojo para ilustrar las prioridades de una persona.

Todo es una cuestión de visión. Si tenemos visión física, podemos ver lo que hacemos y hacia dónde vamos. Así también, si tenemos visión espiritual, si nuestra perspectiva espiritual está correctamente ajustada, nuestra vida estará llena de propósito y dirección. Pero si nuestra visión llega a nublarse con los falsos dioses del materialismo, y perdemos nuestro sentido de los valores, nuestra vida total estará en tinieblas y no podremos ver hacia dónde vamos. 

Una cuestión de lealtad.

Hay una elección más; Dos señores (a quién vamos a servir). Es una elección entre Dios y “Mamón”, es decir entre el Creador viviente y cualquier objeto de nuestra propia creación al cual nombremos “dinero” (“Mamón” es la transliteración de una palabra aramea para “riquezas”). No podemos servir a ambos.

Como ciudadanos del Reino deberemos meditar en nuestra acumulación de tesoros, visión y lealtad. Un creyente sabe dónde debe estar el corazón. Oremos por encontrar la forma de poder mantenernos alejados de la búsqueda de los tesoros terrenales y nuestra lealtad sea siempre al Señor y al Reino de los cielos.