Ciudadanos Del Reino De Los CielosMuestra
Las relaciones del cristiano con sus hermanos
El Señor comienza con una línea de pensamiento en cuanto las relaciones humanas dentro del Reino de Dios, ya que somos una familia, un Reino y una comunidad compuesta de creyentes imperfectos en búsqueda de la santidad, es inevitable que enfrentaremos conflictos. ¿Cómo debemos tratarnos en cuestión de faltas dentro del Reino? Éste es el enfoque de este día.
La cultura cristiana no es un asunto individualista sino comunitario, y las relaciones dentro de la comunidad y de ella hacia afuera son de suprema importancia y determinarán nuestra unidad y sanidad como Reino.
Jesús no espera que la comunidad cristiana sea perfecta. Por el contrario, da por sentado que habrá quienes procederán mal y que esto dará lugar a tensiones. ¿Cómo debería el cristiano conducirse con un hermano o condiscípulo que se ha portado mal?
El cristiano no debe ser juez
Lo que Jesús prohibía era la inclinación a ver los errores de los demás. El seguidor de Jesús usa sus facultades de discernimiento, pero no de juez. La inclinación a ver los errores y ser críticos duros, es un pecado que lastima al Reino. Se refiere a la actitud de juzgarla con dureza y a ser un descubridor de faltas, a ser negativo y destructivo con las demás personas. Hacer la peor interpretación posible de los motivos de los demás y divulgar tanto a lideres como hermanos las faltas sin buscar restaurarles. Su intención es señalar y no ayudar.
Esto es colocarnos en el pedestal de juez, y así reclamar la autoridad de sentarnos a juzgar a nuestros hermanos. El principio sencillo, pero vital, que Jesús enseña en estos versículos es que el hombre no es Dios. Ningún ser humano está calificado para ser juez de sus hermanos, porque no podemos leernos mutuamente los corazones ni valorar nuestras respectivas motivaciones. Preferir el juicio a la restauración es lo el Señor ataca.
El cristiano debe, más bien, ser un hermano
Esto no nos exime de la responsabilidad fraternal. Por el contrario, Jesús iba a enseñar más tarde que si nuestro hermano peca contra nosotros, nuestro primer deber (generalmente olvidado) es “ve a solas con él y hazle ver su falta” ( Mt.18:15). Lo que Jesús nos pide es que así como usamos discernimiento para ver las faltas en otro, lo hagamos también en nuestra vida. No prohíbe la corrección como tal, sino más bien la corrección de otros cuando no nos hemos corregido primero a nosotros mismos, necesitamos ser tan críticos con nosotros como a menudo lo somos con otros.
La actitud con la necedad espiritual.
Aquí afirma que hay ciertos seres humanos que actúan como “perros” y “cerdos”.
El contexto habla de un equilibrio saludable. Si bien no debemos ser jueces, tampoco debemos ignorar sus faltas y fingir que todo sigue igual. Ambos extremos deben evitarse. Los santos no son jueces, pero tampoco son tolerantes y permisivos con la necedad y apostasía. La disciplina es para los hijos, la reprensión para el sabio, el llamar al arrepentimiento para el hijo del Reino, no para el que vive en su pecado y no desea arrepentirse pero se llama “hermano”, a ellos el Señor nos llama a “cortarles” del Reino. Mt.18:15-17, 1Cor.5:11-13.
Meditemos en lo siguiente. ¿Significa el mandamiento de Jesús en cuanto a no juzgar que no deberíamos confrontar nunca a nadie por su pecado?
Compara Mateo 18:15–20, 1 Corintios 5:11–13, Gálatas 6:1, y 2 Tesalonicenses 3:14–15. ¿Qué aprendemos en estos pasajes sobre enfrentarnos al pecado del hermano creyente?
¿Tienes tendencia a ver las faltas de los demás mientras ignoras las tuyas propias? Piensa en el modo de centrar más tu atención en tus propios fallos que en los de los demás.
¿Tienes la tendencia a pasar por alto el pecado de tu hermano? Recuerda que nos hacemos partícipes si no lo confrontamos. Lv.5:1
La tendencia a ver los errores de nuestros hermanos, es destructiva, pero también lo es el pasar por alto e ignorarlos, cuidémonos de ser jueces pues no tenemos la autoridad para ello pero si confrontemos como hermanos el pecado. Las relaciones en el Reino son el amor y la santidad.
Acerca de este Plan
¿Cómo es un verdadero ciudadano del Reino de los cielos? Descúbrelo y con la ayuda del Espíritu Santo, dejemos que nuestra vida sea transformada por la Palabra y la oración en lo que el Señor desea ver en nosotros.
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