La peticiones del cristiano a su Padre

El Señor nos anima a orar de una manera muy natural confiando en nuestro Buen Padre. El creyente sabe que las bendiciones vienen de su Padre y que la oración es la fuente de ellas, no su propio esfuerzo.

Jesús comparte una sencilla parábola de un hijo pidiendo a su Padre el pan. Con esto Él quiere afirmar que un ciudadano del reino de los cielos ha entrado en ese reino mediante la relación Padre e hijo, no por esfuerzos, o méritos humanos sino mediante la relación con su “Abba” su “Padre”. 

Lo primero que debemos entender es qué: La relación determina la provisión. Si tenemos una verdadera relación con el Padre, nos sabemos seguros y amados por Él por ello podemos pedir sin temor, nuestras oraciones se transforman cuando recordamos que el Dios al que nos acercamos es “Abba, Padre”, e infinitamente bueno y misericordioso

La provisión se basa en su voluntad. El Padre sabe dar “Buenas dádivas”, no todo lo que pido recibiré sino lo que será bueno para mí.

La oración es el medio de recepción de su provisión. Muchos creyentes piensan que la oración no es necesaria sin embrago meditemos lo siguiente: 

A. ¿Por qué pedir si él sabe todo incluyendo mi necesidad? La razón tiene que ver con nosotros, no con él; la pregunta no es si él está dispuesto a dar, sino si nosotros estamos dispuestos a recibir. Así pues en la oración no “persuadimos” a Dios, sino más bien luchamos con nosotros mismos para someternos a Dios. Él espera hasta que reconozcamos nuestra necesidad y nos volvamos a él en humildad. Por eso es que dice "Pidan y se les dará", la oración es el camino que Dios ha elegido para que expresemos nuestra necesidad consciente y nuestra dependencia humilde de él.

B. ¿Por qué orar si la gente que no ora parece que reciben sin oración las mismas cosas que nosotros recibimos con ella? ¿Consiguen lo que necesitan trabajando, no orando?

Pero, ¡espera un momento! Al pensar en este asunto, necesitamos distinguir entre las dádivas de Dios como Creador y sus dádivas como Padre, o entre sus dádivas de creación y sus dádivas espirituales. Es perfectamente cierto que da ciertas cosas buenas (cosecha, hijos, alimento, vida) sea que la gente ore o no, crean o no.

Pero las dádivas espirituales de Dios son diferentes. Él no otorga la salvación a todos, sino que “bendice abundantemente a cuantos lo invocan” (Hch.2:21). 

Lo mismo se aplica a las bendiciones posteriores a la salvación, las “buenas cosas” que Jesús dice que el Padre da a sus hijos. No son bendiciones materiales las referidas aquí, sino bendiciones espirituales: el perdón de cada día, la liberación del mal, la paz, el aumento de la fe, la esperanza y el amor, sabiduría, el ser usados por Dios, etc. Por estas dádivas tenemos ciertamente que orar, por las materiales El ya había dicho que ni nos preocupemos.

C. ¿Por qué orar si lo que pido no es respondido? Esta afirmación se basa en un mal entendimiento de las promesas del Padre y en pensar que todo lo que pida por el hecho de hacerlo tiene que ser contestado. 

Stg.4:3 dice que pedimos mal, en nuestra voluntad, deseos y deleites no en la Voluntad del Padre, Él seguro me dará lo que pido si eso es conforme a su plan, por ello la Parábola del hijo lo ejemplifica claramente. Como Padres (malos) damos buenas cosas a nuestros hijos, no todo lo que nos piden.

Así entonces, antes que pidamos, tenemos que saber qué pedir y si ello está de acuerdo con la voluntad de Dios; tenemos que creer que Dios puede concederlo; y tenemos que desear genuinamente recibirlo. Entonces las promesas de Jesús se convierten en realidad.

Toma un tiempo para orar por tus necesidades, ora aplicando lo que hoy meditamos.