La Carta Magna

El Sermón del Monte es llamado “La Carta Magna”, “La Constitución del Reino”, en ella están delineadas las reglas de cómo se vive en el Reino de los Cielos, vivamos de acuerda a ellas, conozcamos con atención sus reglas y notemos que fue el primer Mensaje y uno de los más importantes del Maestro de Maestros.

Jesús comenzó a anunciar las buenas noticias de que el reino de Dios, estaba ahora a la puerta. Él mismo había venido a inaugurarlo. “Arrepiéntanse,” clamó, “porque el reino de los cielos está cerca.” 

El Sermón del Monte, entonces, retrata el arrepentimiento (metanoia, el cambio total de actitud) y la justicia que pertenecen al reino. Es decir, describe cómo se ven la vida y la comunidad humanas cuando se encuentran bajo el Reino de Dios.

¿Y cómo se ven? ¡Diferentes! Jesús hizo hincapié en que sus verdaderos seguidores, los ciudadanos del reino de Dios, deberían ser completamente diferentes de los demás. Mt.6:8: “No sean como ellos.” Es el mismo llamado a ser distintos. 

A través de todo el Sermón del Monte se elabora este tema. 

1) El carácter de ellos debía ser completamente distinto de aquel que el mundo admiraba. 

2) Debían brillar como luces en las tinieblas. 

3) Su justicia debía exceder la de los escribas y fariseos, tanto en conducta ética como en devoción religiosa.

4) Su amor debía ser mayor y su ambición más noble que la de sus vecinos paganos.

No existe un solo párrafo del Sermón del Monte en el cual no se resalte este contraste entre las normas cristianas y las no cristianas. Tiene un mensaje central: Así es como se vive en el Reino de los Cielos, ¿Qué tan cerca vive la iglesia de estos ideales o principios? Ser diferente es el corazón del Señor durante su predicación. 

Es lo más parecido a una resolución que Jesús haya pronunciado, porque es su propia descripción de lo que deseaba que sus seguidores fueran, es su desafío al mundo moderno. Estas declaraciones deben ser nuestra “Constitución del Reino de los cielos” y debemos vivirlas

Señor, ayúdanos a vivir como dignos embajadores de tu Reino, que tus principios sean conocidos entre tu iglesia y guíen nuestro proceder.