CÁNTICOS DE REFLEXIÓNMuestra
Salmo 42:1-11
Este Salmo nos muestra la relación que existe entre Dios y el alma. El ser humano tiene un alma con necesidad. El salmista dice: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo…" (v.2). El alma tiene sed de algo profundo, tiene sed de satisfacerse, tiene sed de Dios. La necesidad del alma es Dios. El alma tiene una necesidad que el hombre por sí solo no puede suplir; depende de Dios. Y el alma también tiene una responsabilidad; esa responsabilidad es buscar a Dios para satisfacer su sed de la misma manera que un siervo lo hace. Y el salmista lo sabe muy bien: ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche. Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? (v.3)
La búsqueda de Dios puede volverse intensa, fatigante, angustiosa. La desesperación por satisfacer el alma produce lágrimas, produce quebrantamiento y el menosprecio de quienes esperan ver a Dios en nuestras vidas mucho más allá de la satisfacción del alma. En un mundo carnal que tiene su mirada puesta en lo físico y material se da poco valor a lo espiritual. Y el salmista habla a su propia alma para calmarla de la turbulencia del mundo: "¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío" (v.5). No hay turbulencia mundana que no pueda acallarse frente a las más sinceras expresiones de alabanza. Y él entonces, luego de apagar las voces del mundo, habla a Dios: "Dios mío, mi alma está abatida en mí…" y espera alabando, pero sumergido bajo un mar de aflicciones. Dice: "Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí". ¡Qué vivo había de ser su sentimiento de angustia en aquella ocasión para hacer uso de una comparación así que expresa el terror más extremo!
"Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí" (v.7). Las olas del Atlántico sucediendo incesantemente, trombas marinas que se acercan, y todo el océano en tumulto alrededor del nadador que con su alma sedienta busca saciarse. La mayoría de los herederos del cielo pueden comprender la descripción, pues muchos han experimentado pruebas semejantes.
Esta es una experiencia profunda desconocida para los recién nacidos en la gracia, pero bastante común para los que viajan por las aguas profundas de la aflicción; para éstos sirve de consuelo el recordar que las olas y ondas son del Señor y han sido enviadas tanto como dirigidas por Él y realizan sus designios de pruebas sobre Zus hijos.
Pero el hijo que resiste hasta hallar la profundidad de Dios para saciar su alma experimentará Su misericordia ordenada. No dice simplemente que el Señor concederá, sino que ordenará Su misericordia en medio del día. La misericordia ha sido ordenada por decreto y en la noche…"Su cántico estará conmigo" (v.8a). El favor de Dios envuelve el alma del salmista como una corriente de agua fresca, como hermosa melodía de Dios.
"Y mi oración al Dios de mi vida"(v.8b). David ora reconociendo que no había necesidad de reclamos, queja, ni sentimientos enlutados aun ante los más fuertes ataques verbales de sus enemigos. "Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?" (v.9).
¡Dios es Su Salvador! Salvación mía y Dios mío.
Reflexionemos
David no podía presentarse en el santuario, no podía llegar allí y su alma estaba sedienta; pero el alma de David se convirtió en un santuario para Dios. Dios tiene dos santuarios; tiene dos cielos: el cielo de los cielos y el espíritu quebrantado.
La sed llega en ciclos, periodos de tiempo como las estaciones del año. ¿Has visto brillar el sol en el mes de febrero, con el cielo azul, las ramas a punto de brotar, la ribera del arroyo refrescante y los pájaros jugueteando y cantando por entre los arbustos? Y disfrutas de la satisfacción refrescante de la primavera. Pero pasan unos días, el aire es seco, y el calor es asfixiante; el verano ha llegado y con él la prueba que deja tu alma sedienta. Entonces, solo resta volver a la búsqueda de Quién sacia toda tu necesidad y esperar Su refrescante y melodiosa respuesta divina.
Escrituras
Acerca de este Plan
¿A quién no le gusta entonar una canción? Ya sea, en el auto, la ducha, mientras realizas tus quehaceres y demás, la música es parte de nuestro diario vivir. Sin embargo, hay una gran diferencia entre entonar alabanzas y reflexionar en ellas. El salmista David sí que entonó alabanzas a todas horas y en toda circunstancia. La pastora Glenda Liz Amador nos invita a reflexionar en veintiuno de sus Salmos; cánticos de reflexión plasmados en las Sagradas Escrituras.
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Nos gustaría agradecer a Iglesia Tabernáculo de Evangelización por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.iglesiatde.today/