BUSCA LA SABIDURÍA EN LA HUMILDAD

La mayoría de nosotros conocemos la historia del pueblo de Israel, pues es de las más conocidas aún para los no creyentes y es de las primeras que podemos leer en la Biblia. El pueblo estuvo bajo la esclavitud de Egipto por un largo tiempo hasta que Dios envió a Moisés para ser la herramienta a través de la cual los libraría y así fue. En ese tiempo vieron grandes maravillas y la protección y provisión de Dios. Aún después de salir de Egipto, Dios reiteró Su promesa de que Él cuidaría de ellos y los llevaría a la tierra que tenía preparada para Su pueblo. Cuando llegó el tiempo, Dios los llevó a conquistar paso a paso esa tierra y les entregó grandes victorias sobre los pueblos ya establecidos en ese lugar. En Deuteronomio encontramos una porción de la Biblia titulada ¨Amonestación de no olvidar a Dios¨ que fue clave en ese momento. El pueblo estaba siendo llevado de victoria en victoria y podían llegar a olvidar de dónde los había sacado el Señor y todo lo que había hecho por ellos. Dios los anima a que cuando llegue la victoria, cuando vean todo lo que han avanzado y todo lo que les ha sido dado, no olviden que no ha sido por su propio poder o fuerza, si no por la bondad y el poder de Dios.

De esto mismo nos hablan los versículos de Proverbios en los que nos basamos el día de hoy. Hemos hablado ya sobre el éxito en el mundo y que debemos recordar que el verdadero éxito viene del Señor. Esto no quiere decir que no podamos estudiar una buena carrera y llegar hasta el doctorado o ser los mejores en un talento y ganar premios o ser prosperados por nuestro arduo trabajo. Dios no está en contra de que nos preparemos y seamos exitosos en este mundo. ¿Cuál es la clave entonces? Recordar lo mismo que le fue recordado al pueblo de Israel, que en todo lo que logremos siempre tenemos que darle la gloria al Señor que es el dador de todo.

El proverbio dice: ¨El caballo se alista para el día de la batalla; más Jehová es el que da la victoria¨. Podemos prepararnos y tener inteligencia y conocimiento, pero al final del día sin Dios no lograremos nada. En Él está escrito nuestro caminar, nuestro plan, nuestro propósito, cada parte de nuestra vida. Un día, Jesús volverá por cada uno de sus hijos que creyeron en Él y se mantuvieron firmes hasta el final. En ese momento no se tratará sobre quién tenía mayores estudios o más fortuna o más talento, si no de quién reconoció a Jesús como su Salvador y vivió para agradar al Señor en todos los ámbitos de su vida. Vivamos cada día preparándonos y procurando dar lo mejor de nosotros en cada área de nuestra vida mientras estemos en la Tierra porque a través de eso demostramos que somos hijos de Dios y le damos la gloria. Pero de la misma forma, no nos concentremos solo en lo que podemos llegar a lograr por nuestros méritos y dejemos de lado el abundar en la sabiduría de Dios y la humildad de entender que todo proviene de Él, es de Él y para Él.