BUSCA LA SABIDURÍA PARA ALEJARTE DE LA SOBERBIA

Como ya vimos en algunos devocionales, Saúl fue un hombre escogido por Dios para ser el primer rey de Israel. Aunque tuvo un buen comienzo, también tuvo muchos tropiezos que lo llevaron a caer. La mayoría de sus errores, ocurrieron porque tendía a desobedecer las instrucciones y mandatos de Dios. Después de desobedecer en repetidas ocasiones, Dios se arrepintió de haberle llamado por rey y el Espíritu Santo se apartó de él. Muchos hombres de la Biblia cometieron errores, pero la actitud de Saúl mostraba soberbia. La soberbia es un sentimiento de superioridad y valoración de uno mismo por encima de los demás. Saúl conocía la voluntad de Dios pero constantemente decidía cumplir la suya. Mostraba su soberbia al creer que sus decisiones o la forma como él podía hacer las cosas eran más favorables que las de Dios y no aceptando sus errores si no intentando justificarlos. Una de las formas como podemos mostrar que hay soberbia en nuestro corazón es confiando en nuestras propias fuerzas y haciendo nuestra propia voluntad por encima de la de Dios.

El proverbio que leímos hoy nos habla sobre como menospreciar los caminos del Señor nos lleva a la muerte. Esto no necesariamente se refiere a una muerte física, si no espiritual como la que vivió Saúl. Su constante desobediencia le costó perder el Espíritu de Dios. Decidió vivir por su propia sabiduría en vez de seguir la voz del Señor. Hacer caso omiso a la sabiduría de Dios, tarde o temprano nos llevará a la muerte espiritual. Debemos mantenernos en constante relación con el Señor y autoanalizando nuestras conductas para detectar cualquier signo de soberbia que pueda haber en nosotros, siendo humildes para reconocer la guianza de Dios. En esa relación Él examinará constantemente nuestro corazón y nos mantendrá lejos de cualquier conducta de soberbia que pueda hacernos caer. Debemos siempre reconocer que los planes de Dios son mejores que los nuestros y que alejados de Él no podremos llegar tan lejos como tomados de Su mano.

La soberbia siempre será una de las principales armas del enemigo, porque él más que nadie sabe que funciona.