La fe sin obras es muerta

A primera vista Santiago parece decir lo contrario que Pablo. Debe tenerse en cuenta que ni Pablo se desentiende de las obras (Ef.2:10) ni Santiago de la fe (2:18) lo que ocurre es que cada uno pone de relieve un matiz distinto en el verbo justificar y en el sustantivo fe. El creyente que tiene fe lo demuestra en la vida diaria por sus obras.

 Si alguno dice tener fe, debe tener obras.

Notemos que Santiago se refiere a aquellos que dicen o alardean tener fe. La falta de obras en su vida muestra que se engañan a sí mismos. No podemos decir que creemos que nuestra economía depende de Dios cuando no practicamos el dar. La fe no es solo algo mental si no se expresa diariamente en nuestra vida.

Por ejemplo, si yo creo que Dios… por lo tanto:

*  Yo creo que debo evangelizar, por lo tanto... 

*  Yo creo que debo perdonar, por lo tanto...     

*  Yo creo que Dios es mi sanador, por lo tanto...     

*  Yo creo que debo ayudar al prójimo, por lo tanto...    

La fe sin obras es muerta.

Muchos creyentes “creen”, pero, al no actuar su fe está muerta. Entendamos que hay aspectos que debemos aceptar exclusivamente por la fe, tal como, el perdón de pecados por la fe en Cristo. Nada podemos hacer para obtenerlo (ninguna obra)  salvo creer. Pero, es natural que el que ha sido perdonado es capaz de también perdonar. Santiago llama a los que creen sin actuar “hombre vano”. Una fe viva siempre será expresada o manifiesta por nuestras obras. Al decir que creemos pero no actuamos anulamos nuestra fe.

Justificado por las obras o por la fe.

El apóstol Pablo utilizando el mismo ejemplo de Abraham afirma: “Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia (Ro.4:3). Santiago por lo contrario dice: ¿No fue justificado por las obras nuestro padre Abraham…? (2:21) En realidad no hay ninguna contradicción.

a) El principio para obtener de Dios y agradarle es: Fe. Nada puede el hombre obtener por sí mismo ante Dios. Puede tratar de cumplir la ley (como un mero esfuerzo moral) más esto no le justifica. Es la fe  la que nos justifica ante Dios (Ro.5:1), nos salva (Ef. 2:8-9). Por medio de ella agradamos a Dios (He. 11:6).

b) El hombre muerto en sus delitos y pecados requiere de creer en el Señor y su Palabra, pero, notemos que Santiago dice: “¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Así de sencillo es: La fe se perfecciona por las obras. El cuerpo no tiene vida sin el alma; el fuego no enciende sin oxígeno, la fe sin obras es muerta. La fe inevitablemente nos llevará a actuar como está escrito: “Creí por lo tanto hable” Sal. 116:10.

Concluimos pues qué es la fe que justifica al hombre  y esta es manifiesta en nuestro actuar diario. Si evaluáramos nuestra vida por medio de las obras que demuestran nuestra fe, ¿Cómo nos calificaríamos?