Vive, ama, creceMuestra

Amistad: El cambio empieza por mí 

En nuestras relaciones, siempre buscamos –e incluso exigimos– que otros nos hagan el bien. Es más, si somos realmente honestos, la mayoría de las rupturas suceden cuando no recibimos lo que queremos o esperamos de los demás. Otra vez, esto es parte de nuestra naturaleza humana.

Cuando era niño, mi mamá me decía: “Andrés, la regla de oro es: Trata a otros como te gustaría que te traten a ti”. Esta frase es la manera de Dios decirnos que necesitamos una nueva naturaleza, una que dice: “Jesús, empieza conmigo”. 

En griego, la palabra ‘como’ proviene del griego /homos/ que significa exactamente igual. Entonces la pregunta sería: ¿Cómo te gustaría que te traten? ¿Que hablen de ti? ¿Con amor? ¿Con honra? ¿Con aprecio? Así, exactamente de esa manera, comienza tú a tratar a los demás. 

Hace no mucho tuve un problema con alguien cercano a mí, y fue una de esas veces que sabes que tienes la razón, y que aparte tienes todo el derecho y todas las de ganar, y piensas: “Ahora sí, lo voy a fastidiar”. Y justo cuando más me hervía la sangre, sentí la voz del Espíritu Santo preguntarme: “Andrés, si tú estuvieras en esa posición, ¿cómo te gustaría que te trataran?” Y entonces tuve que reconocer que muchas veces yo me equivoco, y que cuando eso sucede mi deseo es que el otro extienda misericordia hacia mí… y me tocó cambiar mi actitud.

Con un mandato como el de Lucas 6:31, uno esperaría leer después algo así como “[…] y de pronto, todo el mundo a tu alrededor te va a tratar bien y todo será perfecto”, pero no. Casi al final del pasaje hay una promesa que dice: “su recompensa del cielo será grande, y se estarán comportando verdaderamente como hijos del Altísimo”. En otras palabras, la recompensa que recibes es parecerte más a Dios, tu Padre Celestial. Esto es crucial, porque Proverbios nos dice que atraemos a buenos amigos, cuando amamos la pureza y hablamos con gracia. Es decir, atraemos lo que somos. Entonces, para tener buenos amigos, primero necesitamos cambiar nosotros. 

¿Será que te estás perdiendo de las mejores amistades porque rehúsas dejar que Dios te cambie? ¿En qué actitudes, debilidades, fallas de carácter necesitas ayuda del Espíritu Santo? Deja que Dios empiece contigo. No juzgues, perdona. Da lo que quieres recibir, en la cantidad que quieras recibirlo; corrige tus errores primero, y, pide a Dios un buen corazón. Sé el amigo que tú quisieras tener.

Oración

Padre, gracias porque en mi peor momento no me trataste como merecía, sino que me amaste y tuviste misericordia de mí. Reconozco que todavía me hace falta mucho para tratar a otros como deseo que me traten a mí. Hoy te digo, con todo mi corazón: empieza conmigo, deseo parecerme cada vez más a ti. Ayúdame a ofrecer el amor, la misericordia, el perdón y la amistad que a mí me gustaría recibir y que encontré en ti. En el nombre de Jesús, amén.