Vive, ama, creceMuestra

Relaciones: Una probada del cielo

¿Cuál podríamos decir que es la meta última de Dios para nosotros? que lleguemos a la plena medida de Cristo (Efesios 4:13). Básicamente, ser más como Jesús y desarrollar el potencial que ha puesto en cada uno de nosotros. ¿Y cómo sucede esto? Claro, en el contexto de las relaciones. Si lo notas, en el versículo 11 de Efesios 4 el apóstol Pablo está hablando de los dones que Dios ha dado a la iglesia: capacidades generosas, especiales, sobrenaturales, y nos dice que fueron pensadas y previstas para ser invertidas en las personas, para ayudar, impulsar, fortalecer y guiar a otros… para cumplir su propósito eterno. Es más, si miras bien de cerca, una palabra clave en este pasaje es: todos. La intención de Dios es que lleguemos a la estatura de Cristo cada uno en lo individual (nadie puede hacerlo por ti), pero no que lo hagamos solos. Su corazón es que, al entregarnos a él y a los demás con el diseño y las habilidades únicos que nos ha dado, todos alcancemos la meta. Nadie se queda atrás.

Por eso digo que se trata de una probada del cielo: La Biblia dice que un día estaremos reunidos de todo pueblo y toda nación, lengua y tribu. Esto representa incontables trasfondos, familias, temperamentos, culturas, perspectivas, talentos, estilos de vida (¿aún dudas del valor de la diversidad para Dios?), y la belleza del asunto es que se trata de estas innumerables conexiones que, al final, apuntan a un solo Dios. La perfecta unidad de la fe.

Entonces, abrazar, disfrutar y crecer en nuestras relaciones, en última instancia, es vivir la historia para la cual hemos sido creados. Una historia entretejida con otros, empapada en comunidad, diseñada para lo eterno.

Oración

Señor, qué esperanza tan increíble tenemos en ti. Gracias por dotarnos de extraordinarias capacidades para bendecir a otros y vivir en tu propósito. Gracias nuevamente por crearnos para vivir en comunidad y ser uno en ti. A ti sea la gloria siempre. En el nombre de Jesús, amén.