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FASE 3: SUPERAR OBSTÁCULOS

Su buen propósito

Tengo una debilidad por las plantas. No importa la temporada, no puedo evitar comprar algunas para que embellezcan la entrada de mi casa o el pórtico. Durante los meses de invierno, paso por el área de las flores del supermercado y me detengo para tomar alguna gerbera que me sonríe con sus pétalos rosa.

El problema es, sin embargo, que así como disfruto de las plantas en todo su esplendor, me olvido que para mantenerlas vivas, necesito cuidarlas constantemente. No es que pidan mucho, un poco de agua de vez en cuando. Pero, probre de mí, mi negligencia las condena a su muerte y a la exasperación de mi esposo. Una y otra vez me ha pedido que busque sólo plantas perennes que se puedan plantar en el suelo. Al menos tendrán un poco más de oportunidad de vivir con la lluvia.

A diferencia de mis intentos con las plantas en maceta, la Palabra de Dios no necesita nada de nosotros para mantenerse viva. Está viva, es un regalo de nuestro Creador que respira, que se mantiene por Su poder a través de la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Cada palabra, desde Génesis hasta Apocalipsis, está viva sin importar que fue escrita hace mucho tiempo. Es tan afilada hoy como la semana pasada, el año pasado o el siglo pasado. Es lo suficientemente poderosa para dividir el alma y el espiritu, para separar el hueso del tuétano y para juzgar la actitud del corazón. No está vacía. No pasa de moda ni se vuelve irrelevante. La pregunta es ¿está tan activa en tu vida como debería?

Atrapa y transforma

1. ¿De qué manera está viva la Palabra en tu vida?

2. ¿De qué manera juzga la Palabra activamente la actitud de tu corazón?

3. ¿Qué podrías hacer cada día para dar a Dios más tiempo leyendo Su palabra, para que esta tenga un mayor impacto en tu vida?