Experimentando la poda del labrador celestialMuestra
1. Se espera que estemos constantemente unidos (que permanezcamos) a Jesús, quien es la Vid (fuente de la vida) y donde Dios labra, como requisito para ser productivo y fructífero.
El verbo permanecer (méno) significa: habitar, morar, vivir, quedarse. Permanecer da la idea de morar y tener comunión y relación cercana con Jesús, como lo tiene el pámpano (rama) con la vid (la planta), como vía para experimentar y manifestar la vida de Dios, y llevar fruto.
Así que, podemos observar que las ramas en una vid (y cualquier otra planta) no tiene otra opción sino quedarse, permanecer y habitar en ella. Sin permanencia en Cristo no hay vida, no hay fertilidad ni productividad. No hay forma de producir fruto separados de Él. “Porque separados de mí nada podéis hacer”.
Esto nos habla de la suficiencia de Cristo y de lo inútil que es nuestra autosuficiencia en el reino de Dios. Necesitamos entender que no hay poder en nuestra vida (fuerza de voluntad, inteligencia, autodisciplina, etc.) para realizar y llevar a cabo la vida espiritual, porque las demandas morales, éticas y espirituales de la vida cristiana son demasiado elevadas para el hombre; han sido colocadas tan alto que es imposible asirlas y tomarlas sin asistencia divina. Necesitamos desesperadamente a Cristo.
La conexión con la Vid tiene implicaciones en toda la vida espiritual. Una de las más importantes es la oración.
- La vida (rama) que puede orar con poder es la que permanece en Cristo
Esta parábola de la vid expuesta por Jesús pone de manifiesto que una vida obediente, vigorosa y saludable es la que puede pedir y recibir lo que pide a Dios. Ahora, una vida o pámpano saludable es aquella que lleva fruto y, en consecuencia, es la que está en condiciones de pedir y obtener una respuesta de Dios. Así lo expresa Juan 15:16: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”.
Acerca de este Plan
Dios es el gran labrador que con amor, paciencia y firmeza poda las ramas de la vid con el propósito de que sean más fértiles y lleven más fruto. Experimentar la poda de Dios puede significar ser sometidos a la prueba y la disciplina de Dios, y puede resultar doloroso, pero es un proceso necesario en nuestras vidas para ser produtivos y sanos.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/