Una vida de intimidad con DiosSample
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Cómo honrar a Dios
1. Con el dinero. “¡Ustedes me están robando! Y todavía preguntan: “¿En qué te robamos?”. En los diezmos y en las ofrendas. Ustedes... están bajo gran maldición, pues es a mí a quien están robando”, Malaquías 3:8-9 (NVI). Todo el dinero que posees es de Dios y Él te pide que le devuelvas el 10%.
2. Con el cuerpo. “El cuerpo no es para que lo usemos en relaciones sexuales prohibidas...”, 1a Corintios 6:13 (TLA). “Dios quiere que ustedes sean cada vez más puros, que se mantengan alejados de la inmoralidad sexual... que usen su cuerpo de una manera que lleve a la pureza y honre a Dios”, 1a Tesalonicenses 4:3-4 (PDT).
3. Con el testimonio. “No te avergüences de hablar a otros de nuestro Señor Jesús...”, 2a Timoteo 1:8 (PDT), Romanos 1:16 (TLA) y Mateo 10:32-33 (RVC).
4. Con los dones y talentos. “Cada uno de ustedes recibió un don espiritual que debe ser utilizado para servir a los demás...”, 1ª Pedro 4:10 (PDT).
5. Con las palabras. “Los que respetaban al Señor hablaron... y el Señor los escuchó atentamente. Entonces hizo escribir un libro recordatorio... de aquellos que respetan al Señor y honran su nombre”, Malaquías 3:16 (PDT). Ten cuidado con tus palabras; también de las conversaciones en las que participas. No es saludable prestar oído a cosas malas, porque además de ser cómplice de un pecado ajeno estás colaborando para que otras personas se alejen de Dios.
6. Con el servicio. “Ya que Dios es tan bueno con ustedes, les ruego que dediquen toda su vida a servirle...”, Romanos 12:1 (TLA). Debemos ser cuidadosos. El servicio no debe apagar el deseo por su presencia, así como las bendiciones no deben alejarnos del servicio a Dios. Una enfermedad o dificultad, el nacimiento de un hijo o la promoción en el trabajo podrían alejarte de Dios y de su servicio. ¡No lo permitas! Que toda bendición vuelva a Dios en mayor consagración y un servicio más apasionado.
7. Con el tiempo. “Dios mío... déjame... contemplar tu hermosura y buscarte en oración”, Salmo 27:4 (TLA). Aparta tiempo diario para cultivar una relación personal con Dios. Jamás será tiempo perdido, aunque el diablo intentará convencerte de ello. ¡Estar con Dios es tiempo invertido! En lo secreto de su presencia se libera lo propio del Espíritu Santo, con resultados poderosos, impactantes y sobrenaturales.
“Amado Señor, que pueda crecer en consagración trabajando espiritualmente en tu presencia. Enséñame a honrarte cada día más en todas las áreas de mi vida. En el nombre de Jesús. Amén”.
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Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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