Una vida de intimidad con DiosSample
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La carpa del encuentro
“Cuando Moisés entraba en... la carpa del encuentro... el Señor le hablaba...”, Éxodo 33:9 (PDT).
Nuestra carpa del encuentro es una piecita en el fondo de nuestra casa. Tenemos dos reposeras, una pequeña mesita redonda vestida con un hermoso mantel y un rollo de papel de cocina que utilizamos para secar nuestras lágrimas. En el suelo colocamos una colchoneta en la que nos arrodillamos o acostamos, muchas veces en profunda agonía. Ese es nuestro lugar secreto, el sitio donde cantamos, confesamos, escuchamos, leemos, adoramos, lloramos y nos humillamos. Ahora cuéntanos acerca de tu lugar secreto. ¿Lo tienes? ¡Deberías tenerlo! Nada realmente significativo en esta vida sucede fuera de ese lugar.
¿Cuál es el camino a la presencia de Dios? ¡La humillación y el quebrantamiento! “Si mi pueblo... se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”, 2º Crónicas 7:14 (RVC). El quebrantamiento cierra las puertas del infierno, abre los cielos y hace que Dios descienda.
Hoy en día falta una profunda convicción de pecado. Necesitamos derramar lágrimas por el pecado y no por sus consecuencias; dolernos por haber ofendido a nuestro Señor y no porque nos han descubierto. ¡Con qué desparpajo nos presentamos ante Dios! Llegamos con las manos abiertas y el corazón cerrado. Sin señales de arrepentimiento, Dios no contestará esas oraciones. No existen atajos a la presencia de Dios. El pecado es el principal obstáculo para la bendición divina. Así que, nada menos que un corazón contrito por el pecado que conduzca a una confesión verdadera satisfará a Dios. El pecado tiene que ser dejado por completo.
“Señor, anhelamos la continua unción del Espíritu Santo sobre nuestras vidas. Aspiramos a ser utilizados en tu servicio. Sabemos que un avivamiento creciente y perenne requiere de un corazón quebrantado y un espíritu dócil. Renunciamos al 'evangelio cosmético' que nos llevó a vivir de apariencias. Ve profundo en nuestra vida. Saca todo pecado oculto. Muéstranos aquello que te ofende y límpianos de toda maldad. Ayúdanos a tomar cada día un tiempo para estar a solas y cultivar una profunda relación de amor contigo. Sabemos que sin esa fuerza vital que surge de la comunión todo ministerio será débil, impotente e ineficaz. Ayúdanos a prevalecer en oración mientras tú derramas tu Espíritu, avivas tu iglesia y salva a los perdidos. Oramos en el nombre de Jesús. Amén”.
Scripture
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Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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