Una vida de intimidad con DiosSample

Presagios de un gran avivamiento

“Pronto enviaré sobre ustedes al Espíritu Santo... No salgan... a proclamar el mensaje... hasta que descienda el Espíritu... y los llene con poder...”, Lucas 24:49 (NT-BAD).

Dios habita en nosotros desde el momento de la conversión (Efesios 1:13-14) y sobre nosotros desde que somos bautizados en el Espíritu Santo, Hechos 1:8. Esta experiencia nos da poder para ser efectivos en el ministerio y cumplir la misión de Dios. ¡La ausencia de resultados extraordinarios es la consecuencia de hacer la tarea sin el poder de Dios! El trabajo es apremiante, pero no debemos iniciarlo sin haber sido ungidos con el Espíritu Santo.

¿Deseas experimentar resultados extraordinarios? Necesitas urgentemente ser investido del poder de lo alto, mediante la llenura del Espíritu Santo. Y para eso tendrás que hacer esfuerzos extraordinarios en el mundo espiritual. Tendrás que doblar tus rodillas, ejercitarte en las disciplinas espirituales e implorar por Dios y sus intereses. ¿Te gustaría ver a Dios obrando de maneras ‘desacostumbradas’? ¿Suspiras por una manifestación de la presencia y el poder de Dios como en los tiempos bíblicos? ¿Esperas ser testigo de un movimiento espiritual sin precedentes? ¿Anhelas que familias enteras, incluida la tuya, sean salvadas, la gente caiga bajo convicción de pecado y los fuegos mortecinos de la fe se aviven de tal modo que las personas hagan fila para entrar en las iglesias? ¿Por qué no? Dios dijo: “...Derramaré mi Espíritu sobre toda la gente... Derramaré mi Espíritu... hombres y mujeres por igual”, Joel 2:28-29 (NTV). Ahora bien, lo único que podría impedirlo es el pecado. Mientras permanezcas indiferente a su santidad, mientras ocultes los pecados en vez de confesarlos podrás orar hasta el día del juicio y el avivamiento no llegará. ¡La única cosa que precipita el avivamiento es la santidad!

El pecado aleja a Dios y su bendición (Isaías 59:2); en cambio, la confesión y el arrepentimiento restauran el compañerismo con Dios: “...Si mi pueblo se humilla, y ora y me busca, y si... abandona su mala conducta, yo escucharé... su oración, perdonaré sus pecados y los haré prosperar de nuevo”, 2º Crónicas 7:14 (TLA).

“Señor, anhelo el derramamiento del Espíritu Santo sobre mi vida. Ayúdame a reconocer aquello que lo impide. Estoy dispuesto a hacer todos los ajustes necesarios. Quiero apartar el pecado de mi vida y ser investido con el poder de lo alto. Creo y confío que esa experiencia sobrenatural será una realidad que llevará muchos frutos para tu gloria. Amén”.