Encontrando un TesoroMuestra

Título: Ahora familia

“… para redimir a aquellos quienes están bajo la ley y podamos ser adoptados como hijos.” Gálatas 4:5 (NTV)

Hace algunos años tuve el privilegio de ir con mi hermano a Guatemala para adoptar a su segundo hijo. ¡Eso me parecía tan emocionante como dar a luz! 

Cuando recién llegamos al orfanato era abrumador ver un cuarto, otro cuarto y otro cuarto con bebés. Cuando intentaba tener un bebé, solía decir que “No había nada más lamentable, y que me rompiera el corazón que una mujer intentando e intentando, y anhelando tener un bebé.” Pero después de ver todos estos bebés en necesidad de tener una madre, me di cuenta de que no había nada más triste, y que me rompa el corazón ver estos bebés queriendo una mamá.

Mi hermano y mi cuñada tienen los corazones más grandes, y sabía que Dios quería que ellos tuvieran algunos de sus hijos de esta manera: adopción. Mi cuñada me contaba que cuando anunciaba que estaba embarazada, uno de sus hijos de Guatemala le preguntaba si ella también había estado en su vientre. Mi cuñada respondía, con tanta gracia y amor, que ella estaba llevando a este bebé en su vientre, pero que a ella la había llevado en su corazón.  

Estas maravillosas demostraciones de amor me dieron claridad sobre lo que significó que Dios nos hiciera Sus hijos. Así como mi corazón se rompía al ver todos esos bebés de Guatemala en necesidad, Dios vio al mundo y sabía que necesitaba hacer algo por nosotros. Él envió a Jesús para rescatarnos. Jesús dejó la comodidad de Su hogar y nos redimió de la maldición, bajo la cual habíamos nacido. Dios nos tomó como Suyos, y ahora Él es nuestro Padre. Ahora tenemos todo lo que necesitamos, porque Él nos amó tanto para hacer un sacrificio tan grande y adoptarnos.

Cada vez que veo a la familia de mi hermano, solo puedo pensar en cómo un acto de compasión cambió la vida de estos niños para siempre. Pienso en cómo un acto de Dios cambió mi vida para siempre. Estoy tan agradecida que me lleva en Su corazón. 

Referencia: Gálatas 4:5