Jesús: Un Modelo Comunicacional Digno De ImitarEjemplo

Principios básicos para establecer puentes en la comunicación – parte III

En la conversación de Jesús con la mujer samaritana podemos observar algunos principios de comunicación que generan efectividad comunicacional, y que podemos adoptar como parte de nuestro estilo de comunicación.

• Jesús demostró empatía (sensibilidad, compasión, comprensión del contexto del receptor, disposición para escuchar)

Jesús buscaba comprender primero antes que buscar ser comprendido. Jesús tenía una gran sensibilidad comunicacional (4:19-24), para adaptarse a su interlocutor.

La palabra empatía viene de una palabra griega (empatheia) que traduce “sentir dentro”. Em (sentimiento) patheia (dentro). Es como estar en el sentir del otro. La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar de la otra persona. Se refiere a la capacidad para vivenciar como se siente la otra persona. Empatía es la disposición para ingresar en la experiencia del otro, logrando un entendimiento de sus emociones, como si fuera la otra persona.

Empatía es más que oír las palabras y asentir que se está escuchando al otro. No se trata de una técnica, es más un asunto de actitud y disposición. La empatía es una disposición del corazón, que busca conectarse con la otra persona.

Jesus demostró verdadera empatía por la mujer samaritana, al ubicarse en la realidad de ella, y escucharla sin censurarla ni criticarla. Eso hizo que esta mujer se abriera a la comunicación con Jesús.

Jesús no estaba interesado en que la mujer le sirviera para tomar Él agua, sino en tocar la vida espiritual de aquella mujer y atender su necesidad espiritual. En este sentido, Jesús mostraba una gran empatía por las personas, sacando a la superficie las necesidades y emocionalidad. Así que Él se sentó con tranquilidad y se tomó el tiempo para escuchar y conversar con esta mujer. Y fue llevando la conversación hacia la mayor necesidad del ser humano que es su necesidad y sed espiritual. Así Jesús lleva a la mujer a revisar su vida y su condición espiritual, pero sin condenarla ni juzgarla.