La Sombra De Tus AlasMuestra

LO QUE VES Y LO QUE NO

“No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya” (Salmo 91: 5-6).

No se sabe con exactitud quién escribió este Salmo, se cree que pudo ser Moisés, pero también pudo haber sido David.

Al leer estos versículos vino a mi mente la historia de David huyendo de su propio hijo que lo quería matar mientras escribía el Salmo 4.

¿Existirá algo peor que un hijo buscando a su padre para matarlo?

Usemos un poco la imaginación para poder entender la magnitud de lo que esto significa:

En el tiempo en que fue escrito este Salmo (por cualquiera de los dos autores que se cree que fue escrito) no existía la electricidad, así que las noches solo eran alumbradas por fuego o por la luna y las estrellas siempre y cuando no estuviera nublado.

Por lo tanto, la obscuridad debió haber sido tremenda, ahora agrega a este hecho el saber que tu propio hijo haya juntado un ejército para perseguirte, matarte y quedarse con el reinado de Israel y, como si esto fuera poco estás viviendo el duelo de que un hijo tuyo violó a su propia hermana y fue asesinado por otro de sus hermanos que hizo justicia por propia mano.

Esta etapa de la vida de David debió ser muy dura, sin embargo, David escribe en medio de esta crisis el Salmo 4 que dice entre otras cosas en el versículo 8:

“En paz me acostaré y asimismo dormiré porque solo Tú, mi Dios me haces vivir confiado”.

Llegar a este punto de confianza en Dios es el reflejo de una relación única y constante con Dios, tal como la que David tenía.

¿Era David perfecto y no pecaba? De ninguna manera, sin embargo, la relación que tenía con Dios lo hacía humillarse una y otra vez ante Él siendo consciente de que le fallaba y eso puede reflejarse en el Salmo 51.

Lo que no podemos ver es algo que nos puede llegar a llenar de temor, pero también las cosas que podemos ver, el salmista nos habla de las cosas que pasan a su alrededor durante el día también.

Nos habla de saetas (flechas) a su alrededor reflejando un tiempo de guerra, probablemente había personas muriendo a su alrededor, sin embargo, Dios nos alienta a no tener miedo de lo que vemos sino a tener nuestros ojos y emociones puestas en Él.

Podemos confiar en Dios porque Él es un Dios constante en su amor, en su protección, Él no va a cambiar de opinión ni va a dejar de amarnos y protegernos porque hacemos lo malo, como hijos de Dios tenemos la seguridad de que Él nos cuidará todos los días de nuestra vida y en la muerte estaremos seguros ante su presencia por siempre.

¿Cómo se logra esto?

En Filipenses encontramos la respuesta.

En todo lo bueno, en todo lo amable en todo lo de buen nombre en eso piensa.

Y, ¿qué hay más bueno que Dios?

Hoy te invito a alinear tu mente y tus pensamientos a Dios, leyendo tu Biblia, orando y alabándole en todo tiempo porque Él es bueno y para siempre su misericordia y su verdad por las generaciones.