Lectura Con El Pueblo De Dios 8: La PazEjemplo

Colosenses 3:15

Y que la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones, a la que también fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos (Colosenses 3:15, RVR1960).

Pablo tiene una manera característica de comparar el pasado y el presente a través de las palabras “éramos” y “somos”: Éramos una cosa, pero ahora somos otra. Lo hace constantemente, incluso mientras advierte a los cristianos que aún están atrapados en los hábitos del pasado, recordándoles quiénes son y cómo deben vivir. Algo serio ha sucedido en la vida del cristiano. Ha ocurrido un cambio, que da lugar a más cambios, los cuales son frutos y no la raíz.

En este capítulo, Pablo habla de la vida cristiana. Es la vida cristiana no solo porque el cristiano la viva, sino porque se vive en Cristo. Cristo es nuestra vida, y nuestras vidas están escondidas en Él hasta que Él se manifieste.

Tú eras. Eras muchas cosas. Tal vez todavía sientas que lo eres. Quizás aún a veces vivas como si lo fueras. Sin embargo, tú no eres esas cosas. Ahora eres algo nuevo en Cristo. Eres, aquí y ahora, una nueva criatura, tan nueva como cuando al principio lo fuiste. Eres escogido de Dios, santo y amado, junto con todos los redimidos.

Tú eres de Cristo. Eso es lo que celebramos en Navidad.

Sin embargo, ese "éramos" es un molesto y persistente enemigo. Se aferra a nuestros tobillos, cuelga de nuestro cuello, se oculta en los rincones de nuestra mente y susurra en nuestros oídos. Ese "éramos" no quiere morir, aunque ya está muerto. Ese "éramos" quiere recuperar su trono, aunque ese trono le pertenece a Cristo. Y ese "éramos" no se confunde con la futuridad. Su propia existencia es inútil, y nunca se rinde hasta que Cristo diga "¡Basta!" y todo se haga nuevo, perfectamente, para siempre.

Tú eres hijo de Dios, junto con muchos otros, con los cuales eres un solo cuerpo. Fuiste algo más en otro tiempo, y esa otra cosa aún trata de reclamarte y gobernarte, pero tú no eres lo que fuiste. Ahora eres de Dios. Eres el templo de Cristo. Tú eres. Y esa es tu paz, la paz de Cristo, el perdón de los pecados, que elimina todo el “éramos” y te planta firmemente en el “somos” de Jesús: en la verdadera vida, en armonía con tu Creador y con sus hijos. Sed agradecidos, porque eso es lo que eres.

Señor Jesús, hay mucho de lo que fuimos que todavía nos atormenta y nos tienta. Eso no es lo que somos ahora, porque somos tuyos. Gobierna en nuestros corazones y en tu iglesia, y haznos siempre nuevos. Amén.