Lectura Con El Pueblo De Dios 8: La PazEjemplo

2 Timoteo 1:6-7

“Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1:6-7 RVR1960).

Con un nombre que significa "temeroso de Dios", esperaríamos que Timoteo fuera más valiente de lo que parece en esta epístola. Criado por una madre cristiana y guiado por el Apóstol Pablo, con más de una década de experiencia ministerial intensa a sus espaldas, podríamos suponer que Timoteo es un veterano temerario, imbatible. Sin embargo, lo que encontramos es un pastor experimentado, aún luchando con sus propias ansiedades; incierto y perturbado. El temeroso de Dios estaba asustado, tentado a huir ante la perspectiva de enfrentar el mismo sufrimiento que su mentor de toda la vida.

Las amenazas que Timoteo enfrentaba en Éfeso eran reales, no imaginarias. Éfeso tenía un historial de devorar y escupir a los ministros del evangelio. Ya fuera por la feroz resistencia de los judíos (Hechos 19:9), los demonios que sobrepasaban a los exorcistas (Hechos 19:16), o los violentos disturbios en las calles (Hechos 19:21-41), Éfeso no era un lugar para los de corazón débil.

Ya sea que la amenaza sea real o imaginaria, física o mental, cercana o distante, nuestros temores ejercen una poderosa influencia sobre nosotros. Buscan llevarnos hacia adentro y hacia abajo, más profundamente en nosotros mismos, en lugar de elevarnos hacia Dios y salir hacia los demás. Cada vez que estamos atrapados por el miedo, la tentación siempre será mirar nuestros propios recursos para salvarnos. La autosuficiencia viene de forma natural. La dependencia de Dios, no. Por eso, Pablo escribe: para hablar una palabra de evangelio firme a su compañero de trabajo vacilante.

En lugar de un espíritu de miedo, dice Pablo, Dios nos ha dado un espíritu de poder, amor y de dominio propio. Dos cosas son evidentes en esta exhortación. La primera es que Dios nunca es la fuente del miedo. La ansiedad y el terror nunca son del Señor, sino que son ajenos a su naturaleza y siempre provienen del enemigo. La segunda es que Dios nos ha dado un espíritu más fuerte, y es triple: poder, amor y dominio propio. El amor perfecto, que echa fuera todo miedo (1 Juan 4:18), se mostró de manera más plena en la cruz, donde Jesús murió en victoria sobre Satanás y derrotó a la muerte. El poder (griego dynamis, de donde obtenemos la palabra dinamita en español) explota las inseguridades que amenazan con sofocarnos, ya que ahora un poder mayor nos controla. Y un dominio propio proviene de la paz de una relación sanada con el Príncipe de Paz, Dios mismo.

Lo mismo es cierto para ti, querido cristiano. Tu nombre también es "temeroso de Dios", y el poder, el amor y el dominio propio son tuyos en Cristo Jesús.

Padre Todopoderoso, dirige mi mirada lejos de mis propios recursos y hacia la suficiencia total de Jesucristo. Amén.