Lectura Con El Pueblo De Dios 8: La PazEjemplo

Filipenses 4:7

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:7 RVR1960).

¿Qué te causa ansiedad? Tómate un momento para reflexionar sobre esta pregunta.

Tal vez despertaste con ansiedades esta mañana, o las dejaste al acostarte la noche anterior. Tal vez tienen que ver contigo personalmente. Quizás te preocupa el bienestar de un ser querido o una relación tensa. Incluso podrías sentir ansiedad por algo más grande que tú mismo: tu trabajo, tu iglesia, tu país. Sea lo que sea, Pablo nos dice en Filipenses 4:6: “No estéis ansiosos por nada.”

Pero terminar aquí sería dejarnos todos bajo juicio, porque acabamos de reconocer la realidad continua de la ansiedad que permea nuestras vidas.

La buena noticia es que Pablo no termina con este mandato. En lugar de eso, nos da un mandato más, y luego finalmente una palabra de proclamación: No te angusties, somete todo a la oración; en otras palabras, “Echa sobre el Señor tu carga” (Salmo 55:22). Haz esto no para obtener la paz de Dios, sino debido a la paz de Dios.

LA PAZ DE CRISTO SIEMPRE SERÁ MÁS CONFIABLE QUE LOS CAMBIOS EN NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS.
Esta es una paz, la cual es Cristo mismo. Y como Cristo, nuestro Salvador que vino a vivir, morir y resucitar por nosotros, esta paz sobrepasa todo entendimiento. Si tal paz estuviera limitada a nuestro entendimiento, estaría limitada a nuestra experiencia y sentimientos. Pero aunque estemos agradecidos cuando nuestras vidas y sentimientos reflejan esta realidad, la paz de Cristo siempre será más confiable que los vientos cambiantes de nuestras circunstancias. Él es una paz que nos encuentra en nuestra necesidad, nos sostiene en nuestro sufrimiento y responde a nuestros problemas. Él es una paz que tiene la última palabra sobre quiénes somos. Él es el Príncipe de Paz, nacido para ti. Esta es la buena noticia con la que guarda nuestros corazones y mentes.

Padre Celestial, te entregamos nuestras ansiedades, sabiendo que te importan, que has sufrido por ellas y que las has respondido a través de Cristo, tu Hijo, quien es nuestra paz. Amén.