¿Misericordia o sacrificio?Muestra
«¿Los sacrificios pagan las bendiciones?»
El Señor sabía que nunca podríamos celebrarle un sacrificio perfecto; por eso se dio a sí mismo en la Cruz del Calvario. Jesús fue el Cordero inmolado para perdón de todos nuestros pecados. Su sangre derramada selló nuestra salvación. Cristo fue el sacrificio perfecto, el mediador de un nuevo pacto. Y sin derramamiento de sangre no hay remisión. Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez y para siempre.
El error de los fariseos fue pensar que sus sacrificios pagaban sus bendiciones. Su filosofía de vida solo reconocía el lema: «Mientras yo haga, Dios responde». Siempre y cuando ofrecieran el sacrificio indicado… creían que su teología actuaba correctamente.
De ahí que, en la Parábola del fariseo y el publicano se menciona a dos hombres que subieron al templo a orar. El fariseo, puesto en pie oraba consigo mismo y daba gracias a Dios porque no era como los demás, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como el publicano que estaba en el templo. Ayunaba dos veces a la semana y daba los diezmos de todo cuanto ganaba. En cambio el publicano, estando lejos, no quería siquiera alzar sus ojos al cielo; así que se golpeaba el pecho pidiendo a Dios su favor, pues se reconocía a sí mismo como pecador. Jesús dijo entonces que ese publicano había sido justificado antes que el fariseo, pues cualquiera que se enalteciera sería humillado.
Muchas veces actuamos de ese modo. Asistimos a la iglesia, nos congregamos, participamos de algunas disciplinas espirituales, diezmamos, oramos, y creemos que por esas actitudes Dios nos aprueba. Otros, maltratan sus cuerpos en señal de sacrificio y aceptación para Dios. En Semana Santa caminan de rodillas, descalzos, haciendo oraciones y promesas con un rosario en la mano o persignándose con un escapulario, para que la ira de Dios se apacigüe. Y allí está Cristo diciéndonos: «No, ustedes no entienden la enseñanza que mi Padre les está dando a través del sacrificio».
El sistema sacrificial fue instituido por Dios; pero no para enseñarnos que Él se complace en los sacrificios, sino para que comprendamos que ya no debemos ofrecernos en sacrificio vivo para obtener la salvación. La deuda está completamente saldada. Ese fue el sacrificio más excelente que el Señor mismo proveyó para que usted y yo pudiéramos disfrutar el regalo de la salvación. No se trata de lesionar, golpear o lacerar nuestros cuerpos para sosegar el enojo de Dios. Él no está airado con sus hijos. Dios nos ama profundamente.
El Señor nos amó primero y proveyó el medio que nos reconciliara con Él: su propio Hijo. No era aceptable cualquier cosa, solo el Cordero de Dios podía quitar los pecados de toda la humanidad. Los fariseos invalidaron su fe con sus pensamientos legalistas. No lograron entender que misericordia es antes que sacrificio.
Acerca de este Plan
Si observamos analíticamente la mayoría de las predicaciones de los últimos tiempos, concluiremos que están impregnadas de humanismo disfrazado de religiosidad. Los heraldos de este tipo de evangelio proclaman propuestas como: «Tienes que ser mejor», «tienes que intentar aún más, «tienes que estar más comprometido», «tienes que amar más profundamente», «tienes que ser bueno». El hijo de Dios recibe un mensaje con leyes sin verdadero poder, pero ¿es ese el mensaje que Dios tiene para sus hijos?
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Nos gustaría agradecer a Tommy Moya en convenio con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: http://www.transformadosencristo.com y www.elcentronetwork.com