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¡Rabí, enséñanos a orar!

DÍA 7 DE 8

7- La Respuesta (Mateo 7:7)

Hoy es su séptima sesión. ¡WOW!, una semana llena de cambios, retos y satisfacciones. ¿Cómo se siente?

Hoy tendremos tres palabras y tres versículos.

Para serle sincero, de la lista de 30 clases recibidas para ser incluidas para la primera edición del libro, esta es la que más me provoca. Es obvio que el título Meditación Cristiana llama la atención y ni qué decir de lo apetitoso que resulta el que hubiera una escuela para los discípulos de Jesús.

Pero el contar con una forma que les asegure obtener lo que está incluido en su petición, convierte a este como uno de los capítulos principales del libro en el cuál está basado este plan. Hasta ahorita nos hemos estado ejercitando con un solo objetivo.

Por lo general uno hace ejercicio para sentirse mejor o bajar de peso, especialmente en el primer mes de cada año, pero en el camino logramos tener una buena condición, y nosotros hemos estado entrenando precisamente para eso, para alcanzar esa condición que nos permitirá hacer una conexión.

En toda conversación hay 3 cosas que se involucran: el emisor, el mensaje y el receptor.

Hoy nos vamos a concentrar en el mensaje.

Dios quiere tener una conexión con nosotros y esa es la condición por la que hemos estado trabajando.

En la sesión pasada nos ejercitamos con nuestras propias palabras; palabras que procuraron resaltar el mensaje del Padre Nuestro.

Accedemos a la Palabra de Dios a través de nuestra Biblia y su lenguaje es Jesús. Dios se comunica con nosotros a través de su Palabra. Cuando un presidente ofrece algún discurso, o alguien recibe un premio importante, por ejemplo, un premio nobel, ellos llevan una nota con las palabras precisas de lo que van a decir.

En los últimos días hemos aprendido de una manera muy reveladora que cuando oramos las palabras pasan a segundo término, puesto que Dios lee y sabe lo que hay en nuestro corazón.

Estudiemos el primero de los versículos (Mt 7:7-8).

Hoy vamos a meditar acerca de tres palabras que son claves en la oración, y son: pedir, buscar y llamar. La mayoría de las personas se limitan sólo a pedir y punto. Pero los alumnos de la escuela de oración para los discípulos de Jesús estudiamos a profundidad el contexto de estas tres palabras. Observa una constante, su Palabra es simple y así también será nuestra plegaria.

Ahora veamos el siguiente versículo (Sn 4:3).

Es cierto que en el pedir está el dar. Pero, ¿se puede pedir cualquier cosa? ¿Para quién es lo que está pidiendo? ¿Es para la Gloria de Dios o para su placer? Muchas personas exigen en lugar de pedir, ese método no funciona. Debemos pedir con gratitud, y como si uno ya lo hubiera recibido, esa es la manera de un cristiano. Dar, servir y perdonar es una constante en el reino de Dios. También lo es en la oración.

Por ejemplo, el que lee la Biblia de principio a fin se pierde de algo maravilloso que son las conexiones a lo largo de la Palabra. En cambio, cuando uno busca, alguna conexión, palabra por palabra, encontrará todo un multiverso bíblico.

Los estudiantes suelen preguntar muchas cosas cuando están frente a su maestro y está bien. Pero cuando la enseñanza se enfoca en ayudarles a buscar por ellos mismos las respuestas, sucede algo sorprendente.

Y ahora el tercer versículo (Sal 34:4).

Eso es llamar a la puerta así que no se detenga, el que busca encuentra así que siga buscando. Llame a la puerta una y otra vez hasta que le abran y pida, una y otra vez hasta que encuentre su respuesta.

¿Recuerda la escena de la multiplicación de los panes? (Lc 9:10- 17). Los discípulos venían de ministrar, estaban desgastados y Jesús los llevó a un lugar apartado para descansar y recuperarse. Pero la multitud los encontró y alcanzó. Jesús cambia los planes y recibe a la gente y comienza a hablarles del reino de Dios. Debió de haber sido para ellos algo desconcertante.

Pero todo está medido por Dios y ellos estaban aprendiendo el camino de ser servidores del reino. Al atardecer ellos le pidieron dejar que la gente se retirará y buscaran algo para comer, pero la respuesta fue “Denles ustedes de comer”. ¡Y eran más de cinco mil personas! Y no había más que cinco panes y dos pescados.

Cuando usted se sienta limitado y con pocos recursos, recuerde esta escena. Jesús rompe con todos los límites de este mundo y no acepta un NO por respuesta, pues para Él no existen los límites. Pero confiemos que Jesús sea el que nos enseñe a orar correctamente para que la respuesta venga siempre a nosotros: pida y le será dado.

Hay quienes se la pasan buscando su media naranja. Debemos distinguir entre lo humano y lo divino, en la primera está el pedir y en la segunda está el dar. Estas son las dos partes de la naranja.

Cuando Dios responde a nuestra petición está fortaleciendo nuestra fe. Cuando la respuesta no es inmediata, Dios está fortaleciendo nuestra paciencia. Pero hay ocasiones, como cuando Moisés pidió entrar a Canaán, en las que Dios tiene una mejor idea, por eso es necesario fortalecer nuestra confianza.

Existe una clave de acceso, un password, que es la base de todo cuanto existe, esa clave es Padre que estás en los cielos. Es necesario que ponga esta clave en los oídos de su corazón. Se que suena bizarro, pero medítelo por un momento. El amor de Dios es la base de su vida, pero no para crecer en ella, sino para que crezca con ella: el que pida bien, recibirá el bien. Esta es la ley máxima del reino de Dios.

Es más que tal si hoy meditamos en todo esto con el mantra:

¡Padre que estás en los cielos!

Pero antes Oremos:

¡Oh, Abba Padre! Rey soberano del Cielo y todo cuanto existe en la tierra, Tú eres mi SEÑOR, por eso te adoramos. Tú eres mi SEÑOR por eso te exaltamos.

Tu eres mi SEÑOR por eso te servimos. Oh, Señor que se haga tu voluntad y no la mía.

Amado Jesús, Amo y Señor, el Padre te ama y por ello te ha dado todo cuanto existe.

De igual manera, concédenos la gracia de pedir correctamente por lo que oramos, haz que Tu espíritu, el Espíritu Santo fluya en nosotros con la certeza de la fe, esa fe que nos enseña a vivir sólo para esto: El reino y la gloria de Dios y se despierten plenamente en nosotros, todo lo que esta oración puede lograr y que nuestros corazones, estén confiados en que al ser realizada con el amor del Padre que nos cuida en todo momento. En el nombre de Jesús. Amén y amén.

Meditemos:

¡Y vamos por la séptima!

Hoy vamos a trabajar con nuestra confianza, y de paso erradicar la ansiedad.

Muchas personas padecen de esa cosa espantosa.

Es probable que en nosotros ese tema haya cambiado, aunque sea un poquito considerando que llevamos una semana meditando. Y esa es otra gran ventaja que, quizás debí haber agregado en la sección del prefacio en la página nueve del libro.

La ansiedad les sucede a las personas obstinadas con el control (vea la última parte de Gn 3:16). Pero no hay forma de que tenga el control (salvo el propietario del televisor). Pues siempre habrá cosas que no están en su control, como el clima o las reacciones de los demás. La próxima vez que esté en su computadora mire su teclado. Las personas fanáticas de la tecla CTRL viven inmersas en un ciclo interminable de ansiedad, inseguridad, depresión, fobias, alergias y constantes fracasos. Es gente que cambia constantemente de trabajos, hábitos e incluso parejas. La ansiedad es una inquietud y está basada en el miedo. Pero hay alguien que sí tiene el control de todo, ¿verdad?

Así que le tengo una gran propuesta.

En lugar de querer controlar todo, ¿qué tal si renuncia a tener el control? Y pone el TODO en manos de nuestro amoroso y bondadoso Maestro de nuestra escuela, es decir Jesús. Los cristianos solemos decir “que la paz sea entre todos ustedes”.

Cuando llego a casa suelo decir “que la paz reine en esta casa y en el teléfono también”. La paz del Señor es el Shalom de los judíos y significa bienestar. Sólo Dios le puede liberar del control si es que se decide a darle a Él el control de su vida. Que además de todo, le tengo una noticia. Él ya lo tiene.

Una correcta respiración consta de cuatro partes: Inhalar (lenta y profundamente por la nariz hasta llenar completamente los pulmones). Retener (mantener el aire por un tiempo y sentir como se llena de energía). Exhalar (expulsar el aire por la boca). Y Recargar (sentir el vacío que generan los pasados tres pasos).

Como les comentaba, hoy vamos a trabajar en nuestra confianza. Para alcanzar un estado de relajamiento, basta con mantener un equilibrio entre lo que uno inhala y lo que exhala, que es el modo habitual de la meditación cristiana.

Para ponerlo un poco más interesante, vamos a hacer lo siguiente. Inhalamos profundamente por 4 segundos. Lo retenemos por 7 segundos. Exhalamos lentamente por 8 segundos. Si usted repite tres veces esta secuencia, estará ocupando menos de 1 minuto. Inténtelo antes de dormir, es una maravilla. Pero claro, acuda a la cama únicamente para dormir, nada de teléfono o televisor. Ahora, por el contrario, si queremos mayor energía y vitalidad, por ejemplo, antes de una junta o de una llamada por Zoom entonces debemos inhalar lentamente, retener y exhalar rápidamente y con fuerza. Inténtelo en su trabajo o escuela. ¡Es una maravilla!

Trabajemos con ambos, pero por partes separadas, pues si el segundo lo hace antes de irse a dormir, usted experimentara un gran insomnio.

Día 6Día 8

Acerca de este Plan

¡Rabí, enséñanos a orar!

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Nos gustaría agradecer a Fernando Pose por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://ohxdios.tumblr.com/

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