¡Rabí, enséñanos a orar!Muestra

5. Modelo de oración (Mateo 6:7)

¡Qué gusto tenerle de vuelta!

Hoy vamos a profundizar lo que vimos en la primera lección y que le resultará punto medular en la preparación de los alumnos de la escuela de oración para los discípulos de Jesús.

Tras la petición de “Señor, enséñanos a orar” se funda la creación de esta escuela, cuando Jesús nos pone la muestra cuya versión la encontramos aquí con Mateo, con la frase “Hazlo de la siguiente manera”; observe que dicha invitación no es un mandato, sino una sugerencia; de lo contrario diría: tiene que hacerlo así.

En ocasiones la Palabra, es decir la Biblia, es sumamente sutil. Fue con este versículo que recibí ↑ el mandamiento de escribir para ustedes este material (la flecha indica que viene de arriba). Este punto medular es uno de los versículos más reveladores de toda la Biblia, así que no permita que nada le turbe y se resista. ¡Estén siempre alertas! (1 Cor 16:13). Permítame enfatizar: ¡una y otra vez! (Algunas versiones mencionan no judíos en lugar de gentiles).

Amo profundamente la forma en cómo nuestro Maestro Jesús muestra su liderazgo y autoridad, se pone Él mismo como ejemplo, no sólo cuando les lavó lo pies, sino que les pone, en todo momento, la muestra en vivo y en alta definición, destacando un punto vital, no ponga demasiada atención a las palabras pues de antemano Dios sabe lo que hay en su corazón y sabe muy bien lo que va a decir así que no hay necesidad de intentar impresionarle. Se trata simplemente de decirlo.

A Dios no lo sorprende, es todo soberano. Se trata del establecimiento del reino, dónde está sentado como Rey y Señor, cuyo anunciamiento sucedería hasta el Sermón del Monte, pero aquí en la intimidad, con sus discípulos nos da un contundente adelanto: “Nuestro Padre que está en los cielos…. venga pronto tu reino”.

Observe que poderoso es el hábito de la costumbre.

Vuelva a leer la frase y compararla con el Padre Nuestro que seguramente se sabe, ¿verdad que cambia? Si así lo notó, entonces ahora tiene una nueva y completamente diferente dimensión del reino de Dios y si no, usted tiene tarea.

Ahora el reino de Dios, tal y como es allá en el cielo, baja a la tierra con el poder del Espíritu Santo, el mismo que venció a la muerte, el que nos otorga la gracia y el que Dios sopló en el barro antes de todo lo demás.

De nueva cuenta, antes del Sermón, mucho antes que los Evangelios y la conmemoración con el pan y el vino, recibimos aquí y ahora, las Buenas Noticias de que el reino de Dios está habitando y reinando, entre hombres y y mujeres, aquí en la tierra antes que en el cielo. ¡WOW! Hay mucho que podemos meditar alrededor del “modelo de oración”, poco a poco lo iremos abordando, pero por el momento quiero destacar algo muy importante.

Hasta este punto, capítulo 6 de Mateo, ningún justo como Noé, Abraham o Moisés y ningún profeta como Isaías o Zacarías se habían referido a Dios como un Padre.

El Hijo del Hombre, nuestro Pastor y Sumo Sacerdote viene hoy y con este ejemplo de oración nos presenta a Su Padre como nuestro Padre también y esto nos hace a todos nosotros hermanos, ¿en quién? En Jesús el Cristo.

Hoy medite en esto, Dios el Padre Nuestro que tantas veces hemos recitado tal y como con gran revelación lo describe el versículo, nos hace dignos merecedores, por su Espíritu, en una nueva faceta en nuestra vida, o más bien con una nueva vida, en la que podamos llamarnos entre nosotros hijos de Dios.

Mi recomendación es que guarden en su corazón cada uno de estos versículos que conforman no solo el Padre Nuestro sino el resto de este libro, para que usted pueda meditar profundamente en cada uno de ellos sin involucrar a la mente (Lea Col 3:16).

Oremos: Padre Nuestro en (Lc 11:2-4).

Meditemos:

Vaya, ahora sí que tenemos una gran información para meditar, así que vamos a cambiar la mecánica y practicar algo muy diferente.

Creo que el Padre Nuestro es ideal para ello.

Hoy en lugar de encerrarnos en un cuarto, vamos a salir a caminar, profundizar en la respiración y manteniendo nuestra mente en blanco para que en su corazón reciba al Espíritu Santo, pero antes, ya que hemos leído con gran profundidad… "Padre Nuestro que estás en el cielo".