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¡Rabí, enséñanos a orar!

DÍA 3 DE 8

3. Verdaderos adoradores (Juan 4:23)

¿Alguna vez pensó en conocer a alguien que no esperaba?

Una cosa que nos dejó el COVID y la pandemia es una nueva realidad que nunca creímos que nos fuera a suceder. Las empresas, las personas, las iglesias y la forma en que veíamos la vida cambiaron radicalmente.

Ahí entendimos que nada es para siempre. Y Dios tiene el poder de cambiarlo todo en un abrir y cerrar de ojos. ¡Qué no se nos olvide!

Nuestro Maestro Jesús no solo es de lo más elocuente, su gran carácter lo muestra con gran naturalidad y esa tarde en Samaria no fue la excepción. Muy cerca del campo que José recibiera de su padre Jacob se encontraba el único pozo de agua de la comarca. Es mediodía y el sol está en pleno. Jesús supo exactamente cómo conectar con ella, ¡pidiéndole un favor! Tome nota por favor. Derribó toda muralla de resistencia apelando a la amabilidad de la mujer de Sicar con una sola frase: ¡Por favor dame algo de beber! Este encuentro fue de lo más inesperado, pero quizás no le parezca tan extraño así que permítame ampliar el contexto.

Los hebreos contaban con la Torá, los cinco primeros rollos del Antiguo Testamento, es decir el Pentateuco, y eso les llenaba de orgullo. En contraste se sentían superiores a los habitantes de Samaria, quienes eran mestizos y no cualquiera contaba con el conocimiento de las Escrituras, o al menos que así lo mostrará. Por esta razón, todo hebreo le sacaba toda la vuelta cuando se dirigían de Judea a Galilea para evitar pasar por Samaria y no encontrarse con alguno de ellos.

Por eso fue sobresaliente que Jesús hablara con la Samaritana.

Al poco tiempo la conversación se torna no sólo espiritual, sino personal por lo que ella intenta cambiar el tema: ¿Cual es el lugar correcto para orar, Jerusalén o Gerizim?

No podía haber mejor tema luego del día de ayer con nuestra sesión inaugural.

La oración meditada dirige toda nuestra atención y nos crea una conexión con el Dios vivo que es clara, definida y consciente. Dios es real. Su Palabra está llena de verdad. Y Él es espiritual. Por eso busca adoradores que sean como Él. El traer la adoración a nuestra meditación implica atribuir el supremo valor a nuestro Padre, el más digno de alabanza. Y el versículo aclara que Dios busca adoradores de verdad, ¿cierto?

Nos han enseñado mal. Deje que Dios le acompañe en todo esto. Cambie su forma de ver las cosas. Es más, hágame un favor y lea por mi (Efesios 5:1).

A veces no nos sentimos felices, pero no se preocupen si les sucede. Esto lo hace Dios para que pensemos más en la vida del cielo que en la de aquí en la tierra. Pero las personas solemos pensar más en el pasado que en el futuro y hasta afirmamos “recordar es vivir”. ¡Eso no es de Dios!

Dios quiere que vivamos para los demás y de esa manera tengamos una vida plena. El sabe que la única manera de disfrutar lo que hacemos es cuando hacemos lo que le apasiona. Por eso debemos de perseguir un cambio, pero a la gente no le gusta eso.

Estamos llamados a cambiar. Dios lo quiere todo, no nada más sus domingos en la iglesia. Él quiere ser parte de toda su vida, de todos sus pensamientos, todas sus fuerzas para hacer precisamente lo que debemos hacer.

El tiempo que uno dedique a algo indica la importancia que eso tiene para usted.

Concéntrese en hacer siempre lo mejor para Dios. Si usted sabe preocuparse entonces tiene todo para saber orar, tan solo cambie sus pensamientos negativos y piense en Dios.

Oremos:

Oh, Amado Padre que nos cuidas desde el cielo, glorioso es Tu santo nombre, pues eres el Rey de todo cuanto existe, de lo grande y de lo pequeño e insignificante, pues Tu sabia voluntad está presente hasta en el más mínimo detalle, como el vaso de agua que le pediste a la mujer, que es posible conectar Contigo en Espíritu y en Verdad, en una relación más profunda y completa, en donde la gratitud y la alabanza sean un verdadero vehículo de transformación.

Nada se compara a estar en Tu misericordiosa presencia. Padre nuestro, recibe en tus manos esta meditación en Espíritu, con ese mismo espíritu que soplaste en el barro y nos diste vida a la luz de Tu verdad, que es nuestro amado Maestro Jesucristo.

Gracias por hacer posible todas estas cosas, que has creado para todos aquellos y aquellas que decimos “Sí Ven Señor Jesús” entra en nuestra vida, pon orden en ella, para que podamos, con la libertad de un niño, adorarte y glorificarte diciendo: ¡Hágase tu voluntad aquí en todo tu reino!

Espíritu Santo, ven haznos mover esta comunión con Dios para que nuestra vida, no sólo en la casa sino también en el trabajo, sea un todo donde se reúna Tu fuerza y la confianza que produce la oración de fe en Espíritu y en verdad. Esta fe que nos enseña a vivir sólo para esto, el reino y la gloria del Señor Dios de todo lo posible, para que se despierten en nosotros, lo que, en su plenitud, mediante la fe, lo que toda oración puede lograr y que nuestros corazones estén llenos de la certeza de que Tu amado Hijo nuestro Maestro y Pastor, es el Dios Vivo quien ha venido de Ti Padre amoroso, en el nombre de Jesús. Amén y amén.

Meditemos:

Nuestras pasadas sesiones estuvieron concentradas en la respiración por 5 minutos

¿Cómo nos fue con ello?

La base es la petición del doctor cuando utiliza su estetoscopio, inhalar por la nariz y exhalar por la boca.

Hoy nos vamos a concentrar en trabajar con el ritmo de nuestra respiración.

Para ello vamos a utilizar un Mantra que es Maranatha, son tres palabras que encuentra al final de la primera carta de Pablo a la iglesia de Corinto (1 Cor 16:22). La palabra Mantra viene de man; “mente” y el sufijo tra, “instrumental”. Así que significa “instrumento mental”; de manera que “Ven Señor Jesús” nos ayudará a relajarnos y alargar nuestra respiración.

Cuando inhalemos lo haremos con profundidad, lo retenemos por tres segundos y al expulsarlo por la boca lo haremos al ritmo de que decimos mentalmente, en espíritu y en verdad: “Ven Señor Jesús”. Es muy sencillo, inhale lo más que pueda, espere por tres y lo suelta, len-ta-men-te, poco a poco meditando en la frase “Ven Señor Jesús”. Me encanta que sean tres palabras, una para el Padre, otra para el Hijo y una más para el Espíritu Santo ¡WOW!

Como todo ese exponencial vamos a ponerle números, esto le llevará 17 segundos, más los tres de la retención son 20. Cada 3 repeticiones tendrán un minuto y si hace 15 tiene los 5 minutos. ¿Muy fácil no?

De esta manera usted no requiere contador, ni alarma alguna ni mucho menos un teléfono celular midiendo el tiempo. ¿Estamos? ¡5 minutos!

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Acerca de este Plan

¡Rabí, enséñanos a orar!

Hoy en día, la ansiedad, las preocupaciones y el estrés están a la orden del día. Es muy importante integrar a nuestra vida el hábito de meditar, por lo menos unos cuantos minutos al día para encontrar el equilibrio y co...

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Nos gustaría agradecer a Fernando Pose por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://ohxdios.tumblr.com/

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