Cara a Cara Con Jesús - Una Meditación Para La CuaresmaMuestra

Elías fue uno de los grandes. Casi un PMV (profeta más valioso). Se enfrentó a uno de los gobernantes más viles y malvados y le retó a un duelo. Habló la verdad de Dios a un pueblo endurecido y se mantuvo firme incluso cuando no fue escuchado. Su aspecto era áspero y duro, pero incluso él estuvo a punto de rendirse. Con la clase de victoria que obtuvo sobre los profetas de Baal en el Monte Carmelo, debería haber estado emocionado y motivado para hacer cosas más grandes. Lamentablemente, cuando se enteró de las amenazas de muerte de la reina Jezabel, se desanimó y se escondió. Es interesante que Dios nunca le pidió que huyera y se escondiera, pero él eligió hacer precisamente eso, pero Dios interceptó su mentalidad pesimista. Tras dos largas siestas en los desiertos, durante las cuales es alimentado por un ángel, se le pide que emprenda un viaje de cuarenta días al monte Horeb, el monte del Señor. Dios se reunió allí con él y le susurró instrucciones. Elías tenía un guión que narraba a Aquel que le llamaba repetidamente cuando le preguntaba qué hacía allí. Dios respondió a su sincera aflicción y autocompasión con una visión renovada y un propósito definido. Elías es enviado de vuelta para ungir a dos reyes y a un profeta mientras le revela que había un remanente por ahí que no se había inclinado ante Baal. En esencia, Dios le dio a Elías una razón para tener esperanza y no darse por vencido.

Hazte las siguientes preguntas:

¿Estoy desanimado por cómo me ha ido la vida?

¿Ha habido momentos en los que he querido darme por vencido?

¿Qué me hace seguir adelante?