El niño que es SeñorMuestra

Juan el Grande - Parte 2

Hoy continuamos examinando siete maneras en las que Juan el Bautista fue, como dijo Jesús en Lucas 7:28, el hombre más grande que jamás haya pisado la tierra.

3. Juan preparó humildemente el camino para Jesús

Después de que naciera Juan, Zacarías oró una profecía sobre su hijo recién nacido: “Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo; porque irás delante del Señor para preparar sus caminos” (Lucas 1:76).

El papel de Juan era preparar a la gente para Jesús. Juan preparó humildemente el camino para Jesús en lugar de utilizar a Jesús para construir su propia fama. Ciertamente podría haber aprovechado la oportunidad. Juan fue algo así como una estrella de rock en su época, una vez que comenzó su ministerio público. No había habido un profeta en unos 400 años hasta que Juan abrió su boca y el Espíritu ungió su predicación. Era un hombre un poco salvaje que creció en el desierto y no pertenecía a la clase dirigente religiosa. Era joven, carismático, fuerte, excéntrico e intrépido. Las multitudes acudían a él.

Sin embargo, Juan no se consideraba importante. Para Juan, todo giraba en torno a Jesús.

“Tras mí viene Uno que es más poderoso que yo”, dijo Juan, “a quien no soy digno de inclinarme y desatar la correa de Sus sandalias” (Marcos 1:7). Cuando su popularidad estaba en lo más alto y su primera gira acababa de empezar, Juan dijo que no era digno de hacer el trabajo de un esclavo por Jesucristo. Más tarde, cuando se hizo más famoso que nunca y podría haber tenido un ministerio enorme, lo dejó todo a un lado, envió a todos sus discípulos a seguir a Jesús y dijo: “Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya” (Juan 3:30).

4. Juan era un evangelista

Zacarías proclamó que el ministerio de Juan sería “dar a Su pueblo el conocimiento de la salvación por el perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios” (Lucas 1:77-78). Cuando hablas a la gente de la salvación por medio de Jesús, eso se llama evangelismo. Y la salvación es esto: Tú y yo hemos pecado contra un Dios santo y justo; Él ha entrado en la historia de la humanidad como Jesucristo para reconciliar a los hombres con Dios; Él ha vivido la vida que nosotros no hemos vivido, la vida sin pecado; Él ha muerto la muerte que nosotros deberíamos haber muerto, la muerte por el pecado; y Él ha resucitado para dar el regalo que no podemos ganar, el perdón de los pecados. Este regalo es nuestro mediante el arrepentimiento y la fe. Nos alejamos del pecado y nos acercamos a Jesús, reconociendo nuestra necesidad de Su perdón y Su justicia.

Juan era un evangelista. No se conformó con hacer buenas obras o dar buenos consejos, por muy buenos que sean. Siguió predicando la mala noticia del pecado y la buena noticia de la salvación, aun sabiendo que por predicar el arrepentimiento sería despreciado, odiado y combatido. Pero amaba a Dios y amaba a las personas. Juan sabía que la gente iba al infierno y quería que fuera al cielo. Sabía que la gente estaba esclavizada por Satanás y el pecado, y quería que fueran liberados e hijos de Dios.

Juan nunca se cansó de predicar el arrepentimiento. El número es incierto, pero hasta donde podemos decir, la mayoría de los comentaristas están de acuerdo en que el Espíritu Santo, obrando a través de Juan, convirtió a miles de personas en un corto período de tiempo.

Reflexión:

¿A quién tienes que hablarle de Jesús y de la salvación? Sé valiente hoy y busca las oportunidades que te brinda el Espíritu Santo para tener esa conversación.