El niño que es SeñorMuestra
Llénate del Espíritu
Sólo hay un mandamiento en el Nuevo Testamento que nos dice que debemos estar llenos del Espíritu Santo. Efesios 5:18 dice: “Y no se embriaguen con vino, en lo cual hay disolución, sino sean llenos del Espíritu”. Juan el Bautista es la personificación de eso. Él no era controlado por sustancias; él era controlado por el Espíritu.
Cuando te conviertes en cristiano, el Espíritu Santo te regenera. Naces de nuevo, y Él habita en ti y te da un corazón nuevo, una mente nueva, una naturaleza nueva, deseos nuevos y una vida nueva. La Biblia llama a esto ser bautizado o sellado en el Espíritu (Hechos 1:5; Efesios 1:13).
Todo verdadero cristiano está lleno del Espíritu Santo en este sentido. Sin embargo, como vemos con Zacarías, Elisabet, Juan y otras personas en la Biblia, puede haber múltiples y únicas llenuras del Espíritu Santo que ocurren a lo largo de la vida. Estas llenuras son experiencias de poder para que el creyente experimente más del poder de Dios obrando en y a través de ellos en amor, poder, servicio, sanidad, liberación y victoria.
A través de la fe en Jesús, el Espíritu Santo tomará residencia en ti para que puedas vivir una vida bajo el control y el poder del Espíritu Santo, como lo hizo Juan y como lo hizo Jesús durante su vida en la tierra.
Jesús comparó al Espíritu Santo con el viento (Juan 3:8). Como el viento, el Espíritu Santo está siempre en movimiento. Estar llenos del Espíritu Santo significa simplemente que vivimos nuestras vidas como un barco con una vela. Cuando nuestra vela está izada, permitimos que el Espíritu Santo nos llene, dirija nuestra vida y nos lleve a donde él quiere que vayamos, para convertirnos en lo que él quiere que seamos y para hacer lo que él quiere que hagamos. Nuestra vela baja a través del pecado no arrepentido, la incredulidad, el aferrarse a las mentiras en lugar de la verdad, la doctrina necia y las malas decisiones de vida, todo lo cual “apaga el Espíritu” (1 Tes. 5:19).
Llénate del Espíritu Santo. Levanta tu vela. Arrepiéntete, cree, lee tu Biblia, ora, sométete y permanece en comunidad con el pueblo de Dios. De este modo, Dios te llenará, te guiará y te dará poder. Él está dispuesto, y si nos sometemos a Su presencia y a Su poder, nos llenará.
Sin el Espíritu Santo, el cristianismo no es más que una lista de lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. O vives una vida decente y te enorgulleces, o no estás a la altura y caes en la desesperación. Ninguno de los dos resultados conduce al gozo humilde que proviene del Espíritu Santo.
Juan estaba lleno del Espíritu Santo; así es como lo hizo. No hay ningún secreto. El poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad (2 Cor. 12:9). El poder de Dios nos permite ser quienes no podemos ser y hacer lo que no podemos hacer porque es el poder de Dios, no el nuestro. La vida cristiana es una vida sobrenatural de Dios que obra en nosotros y a través de nosotros.
Reflexión:
¿Está tu vela arriba o abajo? ¿Tienes una relación de confianza y amor con el Espíritu Santo? Si no es así, pide oración a otros cristianos. Si es así, da gracias al Espíritu Santo por su obra específica y su dirección en tu vida.
Escrituras
Acerca de este Plan
Cada Navidad, el mundo entero se detiene para celebrar el nacimiento de la persona más importante en la historia del mundo: ¡Jesucristo! En el devocional diario “El niño que es Señor”, estudiaremos los grandes detalles que rodean esta entrada de Dios en la historia de la humanidad, que cambió vidas, alteró la historia y salvó almas, tal como se registra en Lucas 1-2.
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Nos gustaría agradecer a Mark Driscoll por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://realfaith.com/