Es hora

Escrito Por Pastor Dan Hickling

“Por aquellos días, Augusto César decretó que se levantara un censo en todo el Imperio romano”—Lucas 2:1 (NVI)

Sean pacientes conmigo mientras hago algunas preguntas retóricas. ¿Alguna vez te has sentido como la cola siendo agitada por un perro? ¿Te has encontrado siendo incomodado o desplazado por "tus superiores"? ¿Puedes identificarte con lo que es tener tu vida patas arriba por aquellos a quienes no les importas en lo absoluto? ¿Alguna vez has experimentado una sensación de impotencia ante aquellos que tienen la autoridad?

De nuevo, estas son preguntas retóricas porque todos hemos estado allí. Es posible que incluso estés allí ahora mismo. Es normal sentir frustración cuando nuestras vidas chocan con las autoridades. Pero, aunque esto sea natural, necesitamos mirar más allá, hacia algo sobrenatural que tiene el poder de liberarnos de estas frustraciones.

Se nos presenta aquí en el relato que Lucas hace sobre el nacimiento de Jesús. En ese tiempo, César Augusto gobernaba sobre el Imperio Romano, el cual gobernaba sobre la mayor parte del mundo civilizado. . . incluyendo la región donde vivieron José y María. Ellos no pasaban ni remotamente por los pensamientos de Augusto. Sus modestas vidas nunca entrarían en contacto con la suya, pues estaban separadas por cientos de kilómetros y capas de protocolo social. Y, sin embargo, la decisión de Augusto de hacer un censo del imperio romano llevó a José y María a un torbellino de inconvenientes insoportables.

El censo requería que José viajara desde su aldea en Nazaret hasta Belén, la ciudad de sus ancestros. Eso puede no parecer un gran problema hasta que te das cuenta de que Maria tendría que viajar con él, ¡y estaba a punto de dar a luz a su primogénito! En aquellos días y en esas condiciones, eso habría significado un viaje de cuatro días, probablemente en el lomo de un burro o alguna bestia de carga.

Nunca he estado embarazada, pero he estado junto a mi esposa durante el parto dos veces. Y aunque no soy “el cuchillo más afilado del cajón”, sé que ese tipo de viaje es lo último que querrías hacer. Cuando llegas a esa etapa del embarazo, quieres mantener las cosas lo más predecibles posible para que puedas tener algún tipo de control cuando "¡sea el momento!" Solo puedo imaginar las preguntas que pasaron por sus mentes: "¿Por qué, Dios? De todos los tiempos, ¿por qué este emperador tiene que obligarnos a hacer esto ahora?"

Esa es la visión natural de las cosas. Pero si permitimos que nuestros ojos se eleven por encima del paisaje del dominio romano, y vemos lo que el Dios del universo estaba haciendo, notamos que esto en realidad estaba sirviendo a un propósito maravilloso. Augusto no se dio cuenta, pero su decreto estaba cumpliendo la antigua profecía de que el Mesías nacería en Belén (Miqueas 5:2). José y María estaban en curso de colisión con un destino divinamente determinado. ¡Su viaje forzado a Belén establecería la identidad de su Hijo como el Prometido que salvaría al mundo de su pecado! Todo se estaba desarrollando de acuerdo con el buen plan de Dios y el tiempo perfecto.

Ahora relaciona esto con las preguntas con las que empezamos. Cuando tu vida parezca estar a merced de las fuerzas de este mundo, cuando parezca que César Augusto está poniendo tu mundo patas arriba, confía en que hay una autoridad superior y una agenda más grande en acción, y que es una agenda creada por tu Padre celestial que hace que todas las cosas sucedan de acuerdo con Su amor y tiempo perfectos. Es el momento... ¡Es su hora!

Pausa: ¿Qué hay que ver y entender sobre el decreto de Augusto para un censo romano?

Práctica: Piensa en cómo puedes/debes rendir tus frustraciones a la realidad y agenda más grande de Dios.

Ora: Padre Celestial, es muy fácil para nosotros enfocarnos en lo que nos está sucediendo aquí y ahora, y fijarnos en los poderes terrenales que nos frustran. Ayúdanos a recordar que Tú eres el que tiene el control final y que estás obrando todas las cosas que nos suceden para un bien mayor en nuestro nombre, porque nos amas más de lo que podemos comprender plenamente. Te pedimos que esto se haga realidad para nosotros por la obra de Tu Espíritu Santo en nuestros corazones. Amén.