Algo Que Decir

Escrito Por Pastor Dan Hickling

“Quienes lo oían se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque el poder del Señor lo acompañaba”—Luke 1:66 (NVI).

El nacimiento de Juan el Bautista fue algo que llamó la atención de todos. Desde su improbable concepción por padres ancianos, la elección sin precedentes de su nombre, hasta el poder milagroso que se derramó sobre su padre... Quedaba muy claro que este niño era parte de algo especial. Tanto es así que la comunidad aledaña se preguntaba sobre el rumbo de su destino. ¿Qué haría este bebé cuando creciera? Y por encima de todo esto, lo más grande que cualquier ser humano pudiera tener: "La mano del Señor estaba con él".

A pesar de lo poderoso que fuera todo esto, ¡había algo más! El Espíritu Santo también tenía algo que decir acerca de Juan, ¡y lo dice a través del propio padre de Juan, Zacarías! Esto es lo que tiene que decir: Entonces su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó: ‘Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a redimir a su pueblo. . . Y tú, hija mía, serás llamada profeta del Altísimo; porque irás delante del Señor para prepararle el camino, para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación mediante el perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios [...]" (Lucas 1:67-78 NVI).

¡Es toda una proclamación! Imagínate a alguien haciendo ese tipo de declaración al nacer: "¡Este es el niño que Dios va a usar en Su plan final para enderezar todo, para hacer que el camino de la salvación y el perdón sea claro para todas las personas!".

Ahora, tenemos que hacer una distinción clara antes de seguir adelante. A Juan Dios le dio un llamado y una comisión únicos. Él es específicamente ordenado por Dios para cumplir un papel muy particular en Su "drama de redención que se está desarrollando". Juan debía preceder a Jesús y preparar los corazones con una disposición para el arrepentimiento que sería necesaria para recibir a Jesús por lo que Él era. De hecho, Juan es una de las pocas personas (no llamadas Jesús) de las que se profetiza en las Escrituras (Isaías 40:3). ¡Es todo un honor que se le ha otorgado a Juan!

Una vez entendido lo anterior, hay un aspecto de la misión de Juan en el que todos y cada uno de los seguidores de Cristo tenemos una parte. Somos diferentes de Juan, pero similares en el sentido que nuestra parte continua donde termina el ministerio de Juan. Juan puso las cosas en marcha. Él rompió el terreno de los corazones duros al introducir el camino de la salvación a través del Cordero de Dios. Su papel en la Tierra finalmente llegó a su fin, pero la obra de Dios no terminó. En muchos sentidos, apenas estaba comenzando, y por eso Él creó a la iglesia, a nosotros, para continuar trabajando en proclamar el camino de la salvación y el perdón de los pecados. Hacemos esto señalando hacia atrás a lo que Juan señaló hacia adelante. . . el Cordero que fue sacrificado para quitar la culpa de nuestro pecado.

El Espíritu tenía algo que decir a través de Zacarías, y Él también tiene algo que decir a través de nosotros, ¡y es la mejor noticia que jamás se haya dado!

"Esto es, que, en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios»" —2 Corintios 5:19–20 (NVI)

Pausa: ¿De qué manera nuestras vidas difieren, pero reflejan la vida de Juan el Bautista?

Práctica: Considera las formas en que tu vida está siendo usada para señalar a Jesús y lo que Él ha hecho.

Ora: Señor, te damos gracias por el increíble honor de servir como Tus embajadores en este mundo. Sabemos que podrías haber creado una manera más efectiva de llevar a cabo Tu obra de salvación, pero nos has elegido para ser los portadores de las buenas nuevas de Tu perdón. Permite que seamos fieles con lo que nos has confiado. Amén.