Un Dios en Primer LugarMuestra

DISFRUTAR A DIOS

"Sino que en la ley del Señor está su deleite, y en Su ley medita de día y de noche" (Salmo 1:2).

¿Cuál es tu postre favorito? Imagina que estás un domingo por la tarde en casa. No hay más trabajo por hacer, acabas de disfrutar una buena comida de tu país y te sirven ese postre favorito. ¿Cómo te lo comes? A las carreras, apresurado o te detienes a deleitarte. ¡Qué rico!

En esta vida hay muchas cosas buenas que son causa de deleite. Una comida, una buena conversación, escuchar buena música, dormir, la intimidad conyugal, los deportes y mucho más. Sin embargo el texto dice que la persona feliz se deleita en la Ley. Para nuestro pensamiento posmoderno Ley y deleite no son buenos amigos. Sin embargo, en la Biblia la ley es una delicia. Los salmistas se regocijaban en la ley y la llamaban dulce como la miel (Salmo 19:10). La ley aquí se refiere a los primeros cinco libros de la Biblia y es la revelación de Dios para la humanidad. Es el plan de Dios para ti. La palabra de Dios es vida. El ser humano feliz se deleita en esa ley.

Imagina que vas caminado por una ciudad nueva para ti. Ves muchas cosas como luces, carros, letreros. Pero de repente ves algo que te llama la atención y te detienes a contemplar. Cuando te acercas te das cuenta que es más bello de lo que pensaste y te deleitas. El deleite es tener placer y disfrutar algo. La palabra bíblica es aún más rica en significado. No es solo deleite, también es deseo, tener algo en mucho valor, es querer o voluntad.

El deleite es disfrutar. Es dejar de hacer lo que sea para hacer eso que trae deleite. Piensa por un momento: ¿Qué es lo que te provoca más deleite en la vida? ¿Qué es eso que quieres hacer no importa la hora y el lugar? ¿Qué es eso que te quita el cansancio? ¿En qué te deleitas? ¿Qué es lo que te provoca más placer?

Es posible que las respuestas a estas preguntas te enseñen por qué no has logrado poner a Dios en primer lugar en tu vida. Se nos ha dicho que debemos poner el reino de Dios primero. Se nos ha dicho que debemos dedicar tiempo a Dios. Pero es difícil dedicarle tiempo a algo que no disfrutas. Tal vez lo que te hace falta es aprender a disfrutar a Dios. Posiblemente necesitas que el Espíritu Santo ponga en tu corazón placer por la palabra y el mismo Dios pueda crear en ti un corazón nuevo capaz de disfrutarlo (Salmo 51:10; Ezequiel 36:26-28).

Quiero recomendarte que hoy, cuando termines tus actividades, te sientes a comer tu postre favorito. Mientras lo haces piensa como sería tu vida espiritual si disfrutaras a Dios y su palabra como disfrutas ese postre. Piensa qué lugar ocuparía Dios en tu vida si Él fuera tu mayor deleite.

Oración: Dios hazme una persona de un solo deseo: deleitarme en ti.

- Misael Silverio es pastor asociado en Gulf State Conference, EE.UU.