Un Dios en Primer LugarMuestra
LA HONRA DEL PRIMER LUGAR
“Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: “No es necesario que te respondamos sobre este asunto” (Dan. 3:16).
Pensamiento clave: “Quienes opten siempre por honrar a Dios sin importar la adversidad, serán siempre honrados por Él independientemente de la circunstancia.”
El orgullo, el poder y la avaricia habían cautivado de manera impetuosa su corazón desde edad temprana. Así que se propuso conquistar y construir las mejores y más grandes obras, monumentos y jardines que caracterizaron a la gran Babilonia del siglo VII a. C. Su nombre te es familiar, ¿no es así? Nabucodonosor.
Entre las naciones con las que se enfrentó se encontraba Israel. Era costumbre que al conquistar estos pueblos se tomaran cautivos a los posibles gobernantes de estas; así Daniel, Misael, Ananías y Azarías (y muchos otros) eran príncipes del pueblo, es decir, hijos de reyes. Estos fueron educados, formados e instruidos en las nuevas costumbres de la nación a la que ahora pertenecían. Unos tres años de preparación académica.
Por supuesto, no significaba que tenían los principios en común. Estos eran monoteístas mientras que los caldeos adoraban una serie de dioses, siendo el principal Marduk (dios creador y señor del cielo y la tierra, y quien además determinaba el destino de los dioses y de los hombres). En cuanto a los jóvenes hebreos Dios era honrado en sus vidas, teniendo el primer, mejor y último lugar. Además, aunque rodeados de un ambiente espiritualmente corrompido nunca permitieron que Dios fuera desplazado. Babilonia no fue parte de ellos, aunque ellos sí fueron parte de Babilonia. Es decir, la influencia de su Dios fue mayor que las costumbres del ambiente.
Por eso la fe de los jóvenes fue probada, de manera que se enfrentaron a una adversa situación en la que sus vidas corrían grave peligro. El rey pagano construyó una gran estatua a la que se le debía rendir pleitesía. Todos estaban obligados a hacerlo, era una orden del rey, el supremo. Quienes no obedecían eran condenados a muerte a través de un caluroso viaje de nunca retornar en un horno que estaba preparado esperándolos con ansiosos deseos de conocerlos.
Se había establecido el firme decreto de que en el momento en que los músicos ejercieran su función al unísono, todos estuvieran listos para doblar sus rodillas y adorar a la estatua de oro. Sorprendentemente, hubo en toda la multitud tres jóvenes que, de pie, demostraron una obediencia incuestionable a Dios en medio de semejante acto de idolatría. Allí estaban Ananías, Misael y Azarías no desafiando una orden, sino obedeciendo un mandato que trascendía las leyes humanas. Es decir, poniendo a Dios en primer lugar.
Estos fueron llevados ante el rey quien los interrogó en cuanto a la acción de la que se había enterado. Firmemente aquellos jóvenes expresaron las palabras de las que trata el versículo de hoy y que todos conocen muy bien:“No es necesario que te respondamos sobre este asunto”. Aunque fueron echados en el horno, Dios honró a los jóvenes en público. Dentro de este apareció Dios y los liberó de las llamas ardientes del horno. Entonces, ¿vida o muerte? ¿Fiel a Dios o los hombres? ¿De parte de la Ley del cielo o de las de la tierra?
Los jóvenes hebreos no decidieron honrar a Dios en primer lugar basados en la emoción o presunción. Estos conocían el proceder del Señor al que servían. Sus decisiones sólo mostraron la constancia de una dependencia genuina en Él, en sus promesas y providencia. La honra del primer lugar para Dios se traduce en la vindicación de su carácter en el gran conflicto por parte de los que han sido salvados. Por cierto, a medida que cuidamos su reputación la nuestra está asegurada.
Hay decisiones que debes tomar que tendrán repercusiones de vida para vida o de muerte para muerte. Decide hoy por Jesús, hónralo en todo lo que hagas, y verás que no dejará de acompañarte en tu caminar. Hónralo, y te honrará.
Dios te bendiga.
- Nirson Castillo es pastor asociado en Punta Cana, República Dominicana.
Escrituras
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