Mentalidad de hijos ≠ Mentalidad de esclavos

Muchos de nosotros entendemos que somos hijos e hijas de Dios; pero esa comprensión que tenemos a nivel racional no se logra encarnar en nuestra vida diaria: vivimos como esclavos porque no logramos cambiar nuestra mentalidad. Hemos nacido de nuevo, somos una nueva creación… pero no logramos renovar nuestra mente.

La Palabra de Dios dice que ya hemos recibido la mente de Cristo, y al nacer de nuevo debemos comenzar a pensar como hijos de Dios. Antes estábamos perdidos en la corriente de este mundo, en sus pasiones y deseos. Pero hoy, debido a la fe puesta en Jesucristo, nuestra manera de pensar se deberá ajustar a los patrones del reino al que pertenecemos. Y, por obra del Espíritu, debemos transitar un camino de transformación y renovación de la mente. No debemos amoldarnos al pensamiento y a los parámetros de este mundo.

La vida del Espíritu fluye en nuestro interior como un río, y desea brotar desde nosotros para alcanzar a los demás; pero eso no ocurrirási no se lo permitimos. Y para eso debemos cambiar nuestra mentalidad. El deseo del Padre es que podamos aprender a vivir y a pensar de la misma manera que nuestro hermano mayor: Jesús. Y, por eso nos entregó ese don increíble, que debemos permitir al Espíritu desarrollar en nuestro interior: «la mente de Cristo».

El límite para que los cielos estén abiertos sobre nosotros y sobre nuestro entorno es una mente cerrada, contraria a la mente de Cristo. ¡Cambiemos nuestra forma de pensar para cambiar nuestra forma de vivir!