Inmune Al Temor – Semana 3Muestra

¡Dios no está escondido!

Algunas personas creen que Dios se ha distanciado de la humanidad. Lo ven como un Dios alejado, poco involucrado, e incluso apático hacia Su creación; pero la verdad es que, desde que Jesús vino, ¡Dios Padre se ha revelado a sí mismo más y más! Se manifestó a través de Su Hijo Jesús y después envió a Su Espíritu Santo para estar con nosotros siempre. Jesús dijo: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Juan 14:9).

Su presencia y Su poder son evidentes en la Biblia y en el mundo incluso hoy en día. Si alguien cree que Dios ha menguado o ha desaparecido, ¡que venga a África! Yo lo he visto moverse allí con más poder que en cualquier lugar del Antiguo Testamento. Lo he visto echar fuera demonios, restaurar a los enfermos y sanar a los ciegos, cojos y sordos. ¡Dios no hizo eso ni siquiera con Moisés! Dios está sacudiendo ciudades y naciones. Tal vez, es ahí donde ha “desaparecido” Dios; ¡y habita entre los que creen en Él!

La idea de que Dios ha desaparecido es un viejo temor basado en la incredulidad. Israel participó en el éxodo, vio Su gloria, y sabía que todo lo que ellos habían vivido era cierto, pero tan solo unos meses después se llenaron de desconfianza y temor. Querían algo que pudieran ver, así que hicieron un becerro de oro que los guiara de nuevo a la esclavitud (ver Éxodo 32). La incredulidad siempre conduce a la esclavitud, ¡pero la fe conduce a la libertad! Sin embargo, los israelitas perdieron todos sus pasaportes y visados de fe en Dios, y nunca cruzaron la frontera para entrar a la Tierra Prometida, a excepción de dos de ellos: Josué y Caleb, que se aferraron a su fe y sí entraron.

La incredulidad es así de antigua; no es astuta ni moderna. Podemos seguir su rastro hasta el jardín del Edén, donde Eva dudó. Para ella y para nosotros, la duda es un inútil elemento satánico que nunca hizo bien a nadie. Si hemos de ser parte de la familia de Dios, ¿cómo podremos hacerlo si no es confiando en Él? Él no confiará mucho en aquellos que le den la espalda o hagan como si no existiera. Él no nos debe nada, y si nosotros queremos que así sea, Él no intervendrá.

“Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Romanos 1:28).

¡Jesús está vivo y se está moviendo en la tierra! Mire, hay algunos que ni siquiera han visto un milagro con sus propios ojos, ¡y aún así muestran más fe! Pocas personas vieron un milagro antes de que Cristo viniera, ¡y aún así hubo hombres y mujeres que vivieron antes de Él que mostraron una fe asombrosa! Jesús habló de ellos cuando dijo: “bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29). Ellos leyeron las Escrituras y creyeron en que el Dios del Éxodo no les fallaría y que obraría a su favor. ¡Y Él lo hizo! David, por ejemplo, nunca vio un milagro y experimentó tan solo un destello de lo sobrenatural, pero siguió adelante esperando la ayuda divina… ¡y la obtuvo! Hoy, tres mil años después, su fe sigue siendo un referente para nosotros. Tal vez, usted pueda identificarse con David; quizá no ha visto milagros con sus propios ojos pero, aun así, sabe que eso ocurre y sabe que Dios puede hacerlo, ¡simplemente porque cree que Su Palabra es verdad! Si ese es usted, debe saber que su fe llama la atención en el cielo, ¡y el Señor dice que es usted “bienaventurado”!