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Inmune Al Temor – Semana 3Muestra

Inmune Al Temor – Semana 3

DÍA 2 DE 7

La fe de Abraham

La Biblia menciona a Abraham 309 veces, pero gracias a su fe, su nombre está inscrito en todo el Medio Oriente y en la historia universal hasta el día de hoy. Podemos aprender mucho acerca de Abraham del libro de Génesis.

“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará este, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:1-6).

Abraham fue la primera persona reconocida por la “obediencia de la fe”, debido a que su vida se alineaba de manera coherente con su fe en Dios. “Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia” (Romanos 4:3). Los temores son volátiles, ¡pero lo que nace de la fe perdura para siempre!

Recuerde esto: los miedos mueren con los temerosos, ¡pero aquellos que están llenos de fe cambian el mundo para siempre!

¡Abraham cambió el mundo! De hecho, él es responsable de comenzar el proceso de civilización quince mil años antes que los griegos y romanos. Los faraones estaban en Egipto mil años antes de Abraham, y continuaron existiendo dos mil años más después de que él muriera, pero no dejaron tanta huella en el mundo como él. Los faraones no dejaron ninguna huella moral, sino que llenaron las arenas del desierto de colosales monumentos levantados en honor a su propio ego. Abraham no dejó ningún elemento decorativo que nosotros podamos ver, pero nuestras vidas hoy (sean religiosas o no) han sido impactadas por la suya.

Abraham no era profundamente religioso; de hecho, ni siquiera era religioso en el sentido moderno de la palabra. No tenía credo, ni himnos, ni Biblia, ni imágenes, ni teología. Probablemente no sabía mucho acerca de Dios, pero conocía a Dios de manera personal y exhaustiva. Cuando se trata de fe, ¡lo único que importa es una relación personal con el Señor! Abraham caminó con Dios y era amigo de Dios. Para este patriarca, Dios no era una obligación de los domingos en la mañana, porque no tenía iglesia a la que asistir. Abraham no creía en Dios para seguir siendo devoto a algún tipo de tradición, porque no había tradición alguna. ¡Dios era su forma de vida porque Dios era real para él!

Dios se reveló a Abraham y le dio unas instrucciones muy simples: marcharse de Ur. Dios no le dijo a Abraham dónde ir y, sin embargo, Abraham partió. Con eso comenzó su inolvidable vida de fe. Hebreos 11:8-10 lo describe así:

“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.

Dios le había prometido a Abraham que sería el primero de una gran nación cuyo Dios era el Señor. Dios dijo: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:2-3) Es importante señalar que, cuando finalmente llegó Isaac (la primera semilla de esta promesa), ¡el Señor le dijo a Abraham que lo sacrificara sobre el altar! ¡Estar dispuesto (fuera o no lo correcto) a sacrificar a Isaac demostró una confianza en Dios impresionante! Como hemos leído en Hebreos, Abraham creía que Dios podía resucitar a Isaac de los muertos si era necesario; pero la voz de Dios, en el momento más dramático, detuvo la mano de Abraham de matar a su propio hijo. ¡Abraham había superado la prueba definitiva de su fe! Mostró una fe increíble porque confió completamente en el Señor, y esperaba que Isaac sería el padre de generaciones y naciones simplemente porque el Señor lo había dicho.

Abraham no dudó del Señor. Por lo tanto, ¡el Señor no dudó de Abraham! De hecho, Dios estaba tan complacido con él, que tomó el nombre de Abraham ¡y lo hizo parte de su propio nombre! Se llamaba a sí mismo “El Dios de Abraham”. El Todopoderoso se identificaba con un hombre. Esto significa que la reputación de Dios descansaba sobre Abraham. El mundo asumiría que así como era Abraham también era Dios (que para el resto del mundo era un Dios nuevo, desconocido). Dios arriesgó Su nombre al unirlo con el de Abraham.

Abraham creía en el Señor, ¡y el Señor creía en Abraham! Lo que dijo Jesús en Mateo 10:32 refleja algo similar: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32). Esta es la verdad más profunda acerca de la fe. Su propósito principal no es simplemente conseguir cosas, hacer cosas, o ser algo. Nos relaciona con Dios. La fe es comunidad, y siempre es la condición para nuestra relación con Dios. Él pone fe en nuestros corazones, y después pone su fe en nosotros para hacer su voluntad.

Juan 2:23-24 dice: “Muchos creyeron en su nombre… Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos”. Las palabras “no se fiaba” indican que Jesús no creía en ellos. Su fe no era correcta, y Jesús lo sabía. Pero, cuando la fe es correcta, ¡Jesús confía en nosotros! ¡Imagine eso! ¡Cristo confía en nosotros! Todas las promesas de Dios, Sus pactos, Su asociación y su relación con nosotros se hacen posibles una vez que la confianza mutua se ha establecido. Dios transmitió quién era Él a Abraham a través de su fe, ¡y hará lo mismo por nosotros si tan solo creemos!

Escrituras

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Acerca de este Plan

Inmune Al Temor – Semana 3

A menudo damos por hecho el tener salud; ¡hasta que algo la amenaza! Desgraciadamente, muchas personas están pasando por una enfermedad o experimentando algún tipo de dolencia, pero eso nunca fue idea de Dios. El evangelio de Jesucristo es el plan nacional de salud para todas las naciones de la tierra, y la Biblia es el manual de consulta.

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Nos gustaría agradecer a CfaN Christ For All Nations por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: http://www.cfanlatino.org/