EL DIOS QUE SANTIFICA

Afirma un sitio web de filtrado de agua que, la cloración es el proceso de añadir cloro al agua potable para desinfectar y matar los microorganismos. El cloro se ha utilizado durante muchos años para la purificación del agua municipal, industrial y las aguas residuales con el fin de inactivar rápidamente la mayoría de microorganismos patógenos y de esta forma hacerla potable.

Supongo que al igual que yo, no tomarías agua contaminada porque deduces por lógica que te podría hacer mucho daño. Si bien esto es una analogía de lo que Dios puede hacer con nosotros que es purificarnos. La realidad es que muchas veces al sentirnos tan sucios como el agua estancada y podrida deseamos alejarnos de Dios, creemos que al mancharnos con pecado no debemos acercarnos al Dios Santo porque nos va a destruir por lo malo que hicimos, ¡JA!, como el cloro con los microorganismos, ¡Pero Levítico muestra lo contrario! Cuando la gente pecaba tenía que ir a donde Dios estaba para ofrecer un sacrificio, no para calmar su ira, sino para limpiar al pecador. Así que, cuando pequemos, lo que tenemos que hacer es ir tan pronto como podamos a la presencia de Dios para reconocer nuestro pecado y ser limpiados por Él.

Cuando estés de bajo tono por el sufrimiento, cuando sientas culpabilidad por el pecado, por favor, no huyas de Dios, huye A Dios. Él quiere limpiarte, sanarte y hacer algo increíble: ¡Perdonarte! Si vas a Él y te arrepientes de corazón, te aseguro que Él te perdonará. Y no lo digo yo, lo dice Biblia (1 Juan 1:9): “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”.

En el Antiguo Testamento vemos que Dios pedía sacrificios a las persona de Su pueblo cuando pecaban, ¿y a dónde había que llevar el sacrificio? A la presencia de Dios. Es decir, que desde el Antiguo Testamento Dios ya nos decía que "si pecas, quiero que vengas a mí, te arrepientas y así yo te limpiaré y te daré una nueva vida. Con mi poder podrás decir: "no al pecado, y SÍ a la vida que es Jesús”.

Te invito a que sirvas un vaso con agua, mira lo pura que está, pues no estaba así de limpia cuando inició el proceso en el río o caudal que la llevó hacia ti. En este momento se ve transparente y eso mismo es lo que Dios hace contigo, alejado de Su presencia estás impuro, pero cuando entras a Su presencia Dios te santifica y santifica a Su pueblo (Ezequiel 37:28). Él es YAHWEH-MEKADDESH, y si es capaz de darnos la inteligencia y la habilidad para purificar el agua, Él también tiene el poder de santificarte sin importar lo sucio que puedas estar. Este es el tiempo de volver al que santifica.

¿Qué pensamiento de condenación te está alejando de la presencia santificadora de Dios?