Un viaje a través de Lucas y HechosMuestra

Muchos de los judíos tenían expectativas específicas de su Mesías. Pensaban que el Rey prometido tomaría el trono y los rescataría de la opresión de los romanos. Por eso, cuando Jesús llegó y comenzó a relacionarse con los marginados de la sociedad y a anunciar humildemente el Reino de Dios, algunos no lo reconocieron como el Mesías y hasta se opusieron fuertemente a su reinado. Irónicamente, su oposición fue el mismo instrumento que Dios utilizó para establecer el reinado de Jesús, y por medio de su crucifixión, resurrección y ascensión le dio el trono en el cielo como el Rey de los judíos y de todas las naciones. En la siguiente sección, Lucas nos cuenta la experiencia de Pablo al predicar este mensaje en Tesalónica, Berea y Atenas.

Cuando estaba en Tesalónica, Pablo demostró por medio de las Escrituras hebreas que los profetas siempre anunciaron que el Mesías tendría que sufrir y resucitar para reinar. Pablo señaló que Jesús coincidía con la descripción del antiguo profeta y muchos se convencieron. A medida que aumentaba la audiencia de Pablo, algunos judíos celosos hicieron enfadar a personas influyentes de la ciudad para acusar a Pablo de poner el mundo al revés y anunciar un nuevo Rey. Las colonias romanas no querían disgustar al emperador ya que esta era una acusación muy grave que podía provocar el asesinato de Pablo. En cambio, enviaron a Pablo a Tesalónica a predicar las buenas nuevas del Reino de Jesús a la ciudad de Berea. En ese momento, Pablo encontró hombres y mujeres deseosos de escuchar, estudiar y asegurarse de que su mensaje coincidiera con las Escrituras hebreas. Muchos en Berea empezaron a seguir a Jesús, pero la misión de Pablo se interrumpió cuando hombres judíos de Tesalónica viajaron a Berea para echarlo también de allí. Esto hizo que Pablo se fuera para Atenas, donde entró al mercado central de ideas para explicar la verdadera identidad de su "dios desconocido" y el significado de la resurrección de Jesús.