Antiguo Testamento con Fermín IVMuestra
El pueblo llegó al monte Sinaí. Este lugar se convertirá en un lugar de mucha historia y significado para el pueblo de Israel. Esa historia comienza en la porción que estamos leyendo.
Primero quisiera notar la descripción de lo que está sucediendo. Es Dios quien está presente en el monte. Pero la manera en que se describe pareciera que no sólo está presente sino que ha tomado el monte y lo ha hecho suyo. Nadie puede acercarse; y si se acerca, puede morir.
Truenos y relámpagos, además de una espesa nube cubriendo el monte, humo que sube como humo de horno es la manera en que se describe visualmente. Auditivamente, es seguro que los truenos se escuchan, pero se describe como una bocina que va aumentando su sonido cada vez más. Todo esto hace estremecer al pueblo. ¿Y cómo no? Cualquiera se estremecería y tendría miedo, como ellos, ante esta manifestación del poder de Dios.
Nadie sube, sólo Moises. Después se menciona a Aarón, pero en realidad nadie quería subir. ¿Notaste como el pueblo le dijo a Moisés "tú habla con Dios y que Dios te hable a ti"?
Moisés actúa como un mediador y recibe instrucciones. Los próximos capítulos estarán llenos de estas instrucciones, pero podemos distinguir inmediatamente los que se conocen como los diez mandamientos.
Los primeros cuatro son en relación al pueblo con Dios; los seis que faltan son en relación de uno con su prójimo. Y sin duda, todos nosotros hemos fallado en cumplirlos; ya sea uno o varios, nos hemos quedado cortos frente a las demandas de la ley.
Cuando continúa con las siguientes leyes, nos sorprende que el castigo en muchos de los casos es la muerte. La realidad es que, desde los primeros diez mandamientos, estamos de tal manera obligados a cumplirlos que merecemos la muerte si no lo hacemos. ¿Recuerdas a Adán y Eva? Ellos tenían un solo mandamiento que cumplir y fallaron en obedecerlo. Y Dios les dijo que la consecuencia de fallar era la muerte. Así nosotros, merecemos la muerte.
¡Qué increíble que la historia no termina en muerte!
Jesús vino precisamente para cumplir la ley, de tal manera que no se halló engaño en su boca; ningún pecado se encontró en él y eso le dio la capacidad de ir a la cruz como una víctima inocente, el justo por los injustos. Jesús pagó el castigo que nosotros teníamos que pagar con nuestra propia vida; su vida por la nuestra.
Si lees la reflexión de hoy y reconoces que has fallado, considera acudir al Señor Jesús para el perdón de tus pecados. Él puede no sólo perdonarte; puede darte vida eterna.
Acerca de este Plan
Leamos juntos el Antiguo Testamento y sigamos conociendo y dando a conocer a Jesucristo a través de las Escrituras.
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Nos gustaría agradecer a Semilla de Mostaza por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.semillamexico.com/