Antiguo Testamento con Fermín IVMuestra

Ayer conocimos a José y nos dimos cuenta de que es un hombre íntegro que toma en cuenta a Dios en su forma de vivir; tanto que, a pesar de las acusaciones falsas contra él, él no se ha amargado. No se le ve ni siquiera descontento; al contrario, está sirviendo a los demás y ellos ven a Dios en su vida.

Faraón había tenido un sueño desconcertante. Cuando el copero recuerda que José había interpretado bien su sueño, o sea que se cumplió, le ofrece traerlo. Cuando salió de la cárcel, en el capítulo anterior, el copero se olvidó de José.

Y a veces me pregunto ¿por qué? ¿Por qué, al parecer, todo le sale mal a José. Primero, fue vendido por sus hermanos; luego, acusado falsamente va a dar a la cárcel; y cuando por “fortuna” conoce a alguien cercano al Faraón, él se olvida de José. Pero, ¿de qué otra forma Dios tendría a su disposición a José para salvar no sólo a Faraón sino también a la familia de Jacob? Dios no lo ha olvidado, lo quiere usar y por eso lo tiene ahí.

Sólo quiero que pienses: Dios no te ha olvidado; ¿acaso tú te has olvidado de Él? José no lo ha hecho. Por eso puede estar atento y servir a los demás. No está amargado ni desesperado. Cuando tiene a Faraón frente a él, no se pone a contarle sus desgracias; ni siquiera pone condiciones para darle una interpretación de su sueño. José ha demostrado que puede interpretar sueños. Pudo haber exigido su libertad a cambio de la interpretación. Pero no; José confía en el plan de Dios en su vida.

¿Confías en el plan de Dios para tu vida? Por lo menos yo, yo necesito orar: Señor, dame un corazón como el de José, un corazón confiado y seguro; que yo pueda saber que estoy donde tengo que estar para ser usado por ti. Gracias, Dios.