Antiguo Testamento con Fermín IVMuestra

La historia de Israel continúa en este libro. Esa familia de 70 integrantes que entró en Egipto, llevados por José para ser librados de la hambruna en toda esa región, ahora han llegado a ser un pueblo muy grande; tanto que los egipcios comenzaron a tener miedo. Para ellos, ya eran considerados una nación que podría aliarse con algún pueblo enemigo y derrotarlos.

Una promesa que le hizo Dios a Abraham, aproximadamente 400 años atrás, se cumple en Egipto. No debe sorprendernos la reacción del nuevo Faraón. Para empezar, desconocía la historia de José; la importancia de este hombre denominado el salvador de Egipto. Y por otro lado, el miedo unido a ese desconocimiento siempre lleva a los hombres a tomar decisiones que afectan a los demás.

En este caso, el pueblo es esclavizado. Se intenta frenar su crecimiento mandando matar a todos los bebés hombres. Se le exige cada vez más trabajo; asolados sólo por ser una nación diferente. Pero Dios tiene una promesa que cumplir: llevarlos a la tierra prometida. Moisés es el hombre escogido por Dios para librarlos de la opresión y llevarlos a esa tierra.

Me encanta ver que Dios oye el dolor y el sufrimiento de su pueblo, su clamor, pero no sólo escucha sino que interviene. Es a través de Moisés que Dios tiene sus planes para su pueblo.

Pero Moisés mata a un egipcio, huye, pone pretextos para no acudir cuando es llamado, tiene dudas y miedo. ¿Podrá Dios llevar a cabo sus planes con un hombre así?

Dios se presenta. Su nombre es: YO SOY. Cuando Moisés le pregunta, ¿Quién les digo que me envió? La respuesta de Dios es: YO SOY EL QUE SOY.

Ese es Dios, el existente, el único que puede presentarse de esa manera porque es eterno. Ese es nuestro Dios, el Dios que oye nuestro clamor, que acude a nuestra ayuda, que es eterno y tiene un plan en nuestras vidas. Creo que es momento de ya no poner excusas y decirle: Estoy aquí para hacer tu voluntad.