¡Haz Que Suceda!Muestra
Hay muchos tipos de metas en esta vida, grandes y pequeñas, simples o complejas, el asunto es que todos las tenemos.
El problema no es tener metas, el problema está en alcanzarlas. Fácilmente hacemos resoluciones, la dificultad no se presenta en anhelar, se presenta en concretar.
El alcanzar o no nuestras metas tiene un gran impacto en nosotros. Nuestra identidad, relaciones, autoimagen, emociones y mentalidad, se ven afectadas positiva o negativamente por nuestra capacidad de alcanzar metas.
Ahora bien, no solo eso, sino que concretar nuestras metas es algo que tiene impacto en nuestra vida espiritual, así como también lo tiene el postergar, abandonar y actuar con mediocridad. Dios nos creó con el potencial y la responsabilidad de alcanzar o lograr. Se espera que demos frutos, es decir, que produzcamos resultados, que alcancemos metas.
Pero si todos tenemos metas y lograrlas es algo tan importante para nosotros ¿Por qué fallamos una y otra vez en el proceso de alcanzarlas?
Buena pregunta sin respuesta corta. Son muchos los factores que intervienen en el hecho de que no concretemos las cosas que nos proponemos, pero hay algo claro, un factor común, luego de fijar una meta o determinar una visión, viene una etapa: La ejecución. Ahí se complica todo y es donde tenemos que hacer que sucedan las cosas.
Asuntos como la falta de determinación, la inconstancia, la impaciencia, las excusas, la postergación, la mediocridad y otros más, nos juegan en contra y son enemigos a vencer.
Por ello es que es muy importante involucrar a Dios en nuestras metas, en todas ellas, no solo en aquellas que tienen “apariencia espiritual”. Él está involucrado e interesado en todas las áreas de tu vida y puedes contar con Él para sobrepasar los obstáculos.
Él te dio los talentos, la inteligencia y las capacidades por una razón. Él es Dios de propósitos. No temas ir a Él con tus anhelos, Él no es un triturador de sueños como algunos creen o profesan, haciendo que muchos, en lugar de acercase a Él para presentarle sus metas, corran para alejarse lo más posible.
Eso sí, poner tus metas en manos de Dios no es ir y decirle, Señor aquí están mis sueños y como yo confío en Ti, Tú vas a hacer lo que yo diga. Más bien, es, en intimidad, soñar y dejarte guiar por El. Confiar en que, si alineas tus metas a los sueños de Dios para ti, estarás menos frustrado, tu vida tendrá un significado que marcará una diferencia y más allá de las luchas del camino, los obstáculos y el trabajo duro, experimentarás la satisfacción del avance, la recompensa por el esfuerzo y tendrás real plenitud.
El Señor tiene planes para tu vida y sin lugar a dudas El hará la parte imposible, pero está en tus manos hacer lo posible, es decir, lo que te toca, terminar la tarea, ser constante, dejar las quejas, dejar de divagar y empezar a avanzar para así lograr aquello que se supone debes lograr.
Así que ¡Haz que suceda!
Acerca de este Plan
Una cosa es tener metas y otra es alcanzarlas. Muchas personas tienen metas definidas o al menos una buena idea de lo que aspiran lograr, pero asuntos como la falta de determinación, la inconstancia, la impaciencia, las excusas, la postergación y otros más son enemigos a vencer. Es tiempo de dar pasos y hacer que ciertas cosas sucedan ¡Vamos!
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Nos gustaría agradecer a Abraham Figuera Alvarez por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite:http://afiguera.me/