Creciendo en Estatura, Gracia Y Sabiduría Muestra

El primer día leímos cómo Lucas en el capítulo 2, describe experiencias de Jesús y sus padres cuando él era bebé (v. 39,40), y luego al tener 12 años de edad. Menciona que crecía en estatura y asimismo crecía tanto en sabiduría como en gracia para con Dios y las personas (v.52).

Este año mis bellos se han “pegado un estirón”; ¡ni me di cuenta cuándo me pasaron de estatura! Por momentos veo sus fotografías de pequeños y suspiro al darme cuenta que se me están volviendo unos muchachos; al mismo tiempo que me siento tan agradecida con el Señor por sus vidas. Mi oración por ellos es profunda; los amo, y anhelo entre muchas cosas, que crezcan en sabiduría y en gracia. Sé que somos responsables de criar a nuestros hijos, y es una labor que no podemos hacer solos con mi esposo, necesitamos de la ayuda de Dios, para que cuando nuestros hijos sigan el camino de su vida, según su personalidad, según sus propias decisiones, nos llenemos de gozo y gratitud de haber hecho lo que debíamos hacer, de acuerdo al plan perfecto del Señor para cada uno de nuestros hijos, sin que nos quede lamento alguno.

Las distracciones de este mundo son muchas, es un desafío que los padres de este siglo tenemos con nuestros hijos. Sin embargo, Dios es el mismo ayer, hoy y siempre; y también su Palabra permanece para siempre. ¡Avancemos confiados!
Jesús dijo a sus 12 años de edad: “En los negocios de mi Padre me es necesario estar” (Lucas 2:49b RVR1960). Él conocía su propósito por supuesto, lo recibió del Padre celestial, pero también de sus padres terrenales, a quienes Dios encomendó esta maravillosa responsabilidad de criarlo.

José era un hombre carpintero de oficio, seguramente el medio con el cual él sostenía a su familia, y probablemente el que también enseñó a Jesús. La gente lo conocía como “el hijo del carpintero” (Mateo 13:55). Nuestros hijos podrán ser el hijo del panadero, del obrero, de la costurera, del ingeniero o de la doctora. Y podremos enseñarles un oficio u ofrecerles una profesión. Pero primeramente asegurémonos de que también sean hijos del Dios vivo; y que en su caminar, en su profesión, en su futuro hogar, ellos siempre estén en los negocios del Padre celestial.

Preciosos y amados padres, ¡deseo que vean el fruto de su amor y esfuerzo por sus hijos! ¡Qué del Señor venga su recompensa! Muchas felicitaciones por ser esforzados y valientes; ¡por ser padres a todo dar!