Creciendo en Estatura, Gracia Y Sabiduría Muestra

Convertirnos en padres si bien conlleva una enorme responsabilidad, también significa ser privilegiados de formar hombres y mujeres que cumplan el propósito de Dios.

Cada etapa en la vida de nuestros hijos son únicas, y por cierto, pasan volando. No perdamos de vista el hecho de poder disfrutar a nuestros hijos. Aprovechemos las oportunidades o provoquemos esas oportunidades para compartir con ellos. Los lazos que se afirman en las primeras etapas son una base importante para cuando llega la adolescencia, y por supuesto para la vida adulta.

Sé que vivimos en tiempos apresurados y en un mundo de muchas distracciones, pero cualquiera que sea el escenario en el que vivamos, el manual y la constitución por excelencia que guía nuestra conducta integral siempre es la misma: la Biblia, la Palabra de Dios.

Y en ella precisamente encontramos parte de la vida de nuestro amado Señor Jesucristo. Menciona poco de los primeros años de su vida junto a José y María, y más en cuanto a su etapa adulta, a partir de los 30 años. Sin embargo, los detalles que son relatados nos dejan grandes enseñanzas, aún entre líneas.

Y algo que debemos querer hacer es alinearnos a esa experiencia de José y María, lo que Lucas describe de ellos. Dice que luego que habían cumplido con los preceptos del Señor, volvieron a su tierra, a su ciudad, para dar comienzo a su vida en familia. Y Jesús, siendo un bebé, iba creciendo fuerte y también lleno de sabiduría (Lucas 2:39,40). ¿Será que José y María al ser temerosos del Señor, habrán buscado Su sabiduría para criar a sus hijos? ¡Por supuesto!

No existe la paternidad perfecta, pero en Dios podemos encontrar la dirección necesaria para criar a nuestros hijos según su propósito, por difícil que a veces se nos presenten las situaciones. Renovemos cada día nuestro compromiso por entregarle un día las mejores cuentas a Dios de la herencia que nos confió, nuestros preciados hijos.

¡Pide hoy y cada día al Señor la sabiduría que necesitas! ¡Él te la dará!