Creciendo en Estatura, Gracia Y Sabiduría Muestra

Soy madre de dos príncipes, con dos años de diferencia entre ambos, y así como he disfrutado con ellos cada etapa, no podría fingir que todo ha sido fácil, sobre todo en la actualidad que se encuentran en la adolescencia donde se requiere de mucha y de buena comunicación, así como de otras virtudes. Cada etapa es hermosa y requiere de nuestra atención, pues todas conllevan altos y bajos para nuestros hijos y para nosotros.

Desde antes que fuera mamá, para lo cual Dios hizo un milagro (y del que doy el testimonio en mi perfil), oraba mucho por mis hijos como también por mi esposo y por mí, pidiendo al Señor su sabiduría para criarlos. Oración que aumentó cuando ellos llegaron a nuestras vidas. Asimismo, he buscado en su Palabra la dirección acertada, pues cada ser humano viene con un "chip" diferente. 

La adolescencia es una época de cambios que todos hemos experimentado. Y debemos entender que es un paso de avanzada; es una de tantas graduaciones en la vida para seguir con otros retos. Cada niño, cada niña en la adolescencia experimenta diversas emociones y una mezcla de comportamientos, los cuales deben ser atendidos de manera particular. Aunque difícilmente recordemos todas nuestras vivencias de adolescentes, nuestros hijos  necesitan que los entendamos individualmente  y sin compararlos con nadie. El diseño de Dios ha sido original para cada uno.

Aún en momentos de gran presión veamos a nuestros hijos con los ojos de Dios. ¡A nadie más encontró el Señor como único y apto para cuidar y amar a esos tesoros, que a ti y a mí!

Si nuestra perspectiva hacia nuestros hijos se ha extraviado, entreguemos al Señor todo peso que nos cansa, todo afán que nos asedia y la desesperación que no fue invitada, a fin de volver con nuevas fuerzas a la perspectiva de Dios. Él está a nuestro cuidado, pues es nuestro Padre también.