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Una carta de vida

Antes que el correo electrónico fuera la forma principal de comunicación, yo era un escritor de cartas. Lo hacía, no sólo para mantenerme en comunicación con otros, sino para expresarme, especialmente con mis padres después de una discusión.

Tomaba esas frases inconclusas dichas en ira y las garabateaba, con la esperanza de que mi mamá y mi papá eventualmente entendieran mi punto y respondieran favorablemente. Era una experiencia de descarga emocional, pero no siempre condujo al resultado que esperaba, porque lo que sentía no siempre se basaba en la verdad o era digno de atención. Mis cartas no eran más que la rabieta de un corazón adolescente, escrita con un motivo oculto de tratar de salirme con la mía.

Estoy muy agradecida de que Dios no escribe las cartas como yo lo hacía. Sus motivos son siempre puros, así que cuando dice que está escribiendo una carta en nuestros corazones, Su propósito está alineado con la agenda del Reino.

Él elige usar nuestras vidas para contar una historia acerca de Su gracia extravagante y amor abundante. Somos una carta de amor a un mundo herido. Él sabe que nos leerán de una manera que quizás nunca lean una Biblia. La pregunta es: ¿nos someteremos a Su escritura? ¿Cederemos a Su historia? ¿Viviremos de tal manera que nos unamos a Dios en Su narración, para que nuestros corazones puedan desbordar Su mensaje a otros?

Atrapa y transforma

1. ¿Qué dirían los demás acerca de Dios, mientras leen entre líneas de tu vida?

2. Si le das a Dios los derechos de tu historia, ¿qué querrías que hiciera con ella?

3. ¿Cómo se vería darle a Dios todo lo que está almacenado en tu corazón para que Él pueda convertirlo en un mensaje que lo glorifique?