El Padre NuestroMuestra
Perdón
Lo primero es lo primero: deudas significan pecados y deudores los que nos han hecho daño. Sin embargo, precisamente porque estamos acostumbrados a la idea muy concreta de ganar o perder dinero a diario, la idea de deuda es útil para nuestra comprensión. El pecadoes deuda.
Hay tres cosas importantes que no debemos pasar por alto.
En primer lugar, la Biblia dice claramente que todos necesitamos ser perdonados por completo. Hay quienes tratan la idea del pecado con mucha ligereza, como si fuera un asunto menor que, como un poco de polvo en una chaqueta, se puede quitar fácilmente. La imagen bíblica de nuestro pecado es tristemente más amplia, profunda y universal.
- El pecado es más amplio de lo que pensamos. Tendemos a considerar pecado a aquellas cosas que aparecen en los titulares, como la avaricia espectacular, la corrupción a gran escala, el adulterio y el asesinato. También tendemos a considerar pecados graves aquellas cosas de las que personalmente no somos culpables. La definición bíblica de pecado es mucho más amplia e incluye los pecados sutiles y privados que rara vez salen a la luz: La envidia, la traición, la deshonra, la hipocresía, la arrogancia, la cobardía, etc. De hecho, Jesús señala que el pecado no sólo existe en la acción, sino que reside en el pensamiento.
- Igualmente, es mucho más profundo de lo que pensamos. Es una infección profunda y crónica que se ha abierto camino en todos los aspectos del ser humano: cuerpo, mente, espíritu. Más inquietante aun es el hecho de que el pecado no ocurre simplemente entre dos individuos, sino también entre nosotros y Dios.
- El pecado es también más universal de lo que queremos admitir. Nadie está exento. Esto es algo de lo que la Biblia no solo habla; lo demuestra en Cristo. En su vida, como se ve en los evangelios, vemos expuesto ante nosotros un estándar de perfección que ninguno de nosotros puede alcanzar.
En segundo lugar, existe la posibilidad del perdón. Una de las cosas más crueles que puede hacer cualquier religión o sistema de creencias, es condenar a la gente por pecar sin enseñar al mismo tiempo el perdón. Hacerlo es como si un médico dijera que tienes una enfermedad grave sin ofrecerte ninguna cura. La alegría del cristianismo se centra en un Dios de perdón; con Él nuestras deudas pueden ser perdonadas. El sistema del Antiguo Testamento se basaba en sacrificios de animales que quitaban el pecado del creyente. El Nuevo Testamento explica la profunda realidad de que esos sacrificios apuntaban al sacrificio definitivo de Jesús en la cruz. Nuestras deudas pueden ser pagadas solo si dejamos que Dios las pague. Nuestros pecados pueden ser borrados; en Cristo podemos ser liberados de ellos.
En tercer lugar, aunque este perdón gratuito es la mejor revelación, conlleva una obligación. Los perdonados deben perdonar. Esto tiene sentido lógico; si la medicina del perdón nos ha sido dada para curar nuestros pecados, entonces no podemos negársela a los que han pecado contra nosotros. A menudo este principio se malinterpreta de modo que algunos suponen que el perdón de Dios depende de que nosotros perdonemos primero. La realidad es que Dios perdona primero y libremente; pero se asume que si hemos sido perdonados, nuestra respuesta natural debería ser que ese perdón se desborde hacia los demás. Hay vínculos inquebrantables entre ser perdonado y perdonar. Persevera.
No me hago ilusiones de que perdonar sea fácil. Es fácil decir que un acto de crueldad o traición "está perdonado". La realidad es que hay heridas tan profundas que su curación puede tomar tiempo y la ayuda del Espíritu Santo.
Vale la pena recordar también que, aunque hemos sido perdonados en la cruz, necesitamos acudir continuamente a Dios para ser perdonados. Nuestra nueva relación con Dios como nuestro Padre perfecto requiere que tengamos claro lo que hemos hecho mal cuando nos reunimos con Él. El pecado no confesado y no perdonado se convierte en una barrera entre Él y nosotros y daña nuestra relación. Así como pedimos el pan de cada día, así debemos pedir el perdón de cada día.
Acerca de este Plan
Acompaña a J.John en un estudio de ocho días sobre el Padre Nuestro, esa enseñanza impartida por Jesús, increíblemente profunda y útil respecto a cómo debemos orar.
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